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Rafael Simón Gil

Lo que el viento no se llevó

"Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo". Así comienza "El manifiesto comunista" escrito por Marx y Engels en 1848. Han pasado 172 años desde su publicación y dos cosas se han demostrado ciertas: el comunismo fue efectivamente un fantasma (eso sí, de carne y hueso, despiadado, totalitario, antidemocrático y enemigo del pueblo); y a ese espectro le han ido heredando muchos otros fantasmas desde entonces con la única y misma pretensión: recorrer el mundo para imponer un sistema de represión, control y alienación del pueblo. El comunismo como teoría ideológica, política, ya no existe (se evanesció como el fantasma que fue), y, en su lugar, sobreviven algunas férreas dictaduras que se autojustifican con la coartada de invocar el comunismo, como China, Corea del Norte y Cuba. Otra fantasmada. Hoy vivimos un mundo en el que el nuevo fantasma que lo recorre quiere globalizarlo, alienarlo, imponiendo a la sociedad su dictadura ideológica, la unificación obligatoria de sus cánones de corrección política, estética, social, cultural, periodística, sexual, artística, educativa, lingüística y filosófica; lo que evidencia su verdadera pretensión: el control económico a base de precarizar al nuevo proletariado enfrentándolo (cuestión de supervivencia) con el nuevo lumpenproletariado de la emigración desesperada, y, sobre todo, aplicando un sistema de "homogeneización" de los valores otrora libres en los que se asientan las sociedades democráticas.

La plataforma de streaming HBO Max ha decidido retirar de su catálogo la película de 1939 "Lo que el viento se llevó", ganadora de 8 premios Oscar, por su contenido racista, por reflejar prejuicios étnicos y raciales. Como ustedes dos no son mayores de edad, ni lo suficientemente adultos, ni inteligentes, ni críticos, ni libres, necesitan un nuevo canon de "homogeneidad", de corrección política, de alienación, que el nuevo fantasma que recorre el mundo, el Gran Hermano del siglo XXI, de la globalización, del relativismo unidimensional (Marcuse) les proporcionará. Y cuando estime que están suficientemente reeducados, útilmente adoctrinados en la verdad universal; una vez aplicada la pedagogía unificadora; cuando estén instalados en el observatorio del paradigma progre, la identidad antipatriarcal, la vis inclusiva, la sostenibilidad emocional, el empoderamiento trasversal, la biopolítica positiva a nivel foucaulteano, y hayan superado el carácter corporal de la performatividad, entonces, y solo entonces, podrán ver de nuevo "Lo que el viento se llevó".

Hoy le ha tocado a la película de Víctor Fleming, pero ayer le tocó a la Galería Nacional de Dinamarca, que cambió el nombre de varios cuadros (algunos del siglo XVII) por contener términos racistas. Y también a una escuela pública de Barcelona que, para revisar el fondo de la biblioteca escolar con perspectiva de género, retiró de sus anaqueles Caperucita Roja, La Bella Durmiente y otros 200 libros más al considerarlos tóxicos por reproducir patrones sexistas. Y son los mismos y las mismas que critican furibundamente a la Iglesia cuando ésta determinó cubrir desnudos de muchas pinturas hace varios siglos, algo que ellos y ellas reproducen 500 años después.

Bien a mi pesar he de recordar la premonitoria sentencia que pronunció el poeta romántico alemán Heinrich Heine: "Donde se queman libros se terminan quemando también personas". Así lo reprodujeron los nazis quemando en 1933 miles de libros frente a la Universidad Humboldt y a millones de personas, en su mayoría judíos, en los hornos crematorios del odio. O llevando al suicidio al filósofo Walter Benjamin en una fonda de Port Bou, España, huyendo de la Gestapo (1940); y a Stefan Zweig y su mujer Lotte (1942) en Persépolis, Brasil, al no resistir emocional ni intelectualmente que Europa se destruyera a sí misma acosada por Hitler. Y referirme a la Noche de los Poetas Asesinados, cuando 13 intelectuales judíos fueron asesinados en el cuartel de la KGB de Lubianka, Moscú, la noche del 12 de agosto de 1952 por órdenes de Stalin. Primero quemaron sus libros, después los quemaron a ellos.

Mañana nos prohibirán leer La Odisea de Homero porque Penélope, la esposa de Odiseo (Ulises es término latino, no griego), le fue fiel en su ausencia pese al acoso de cien pretendientes (machistas); nos prohibirán leer el Otelo de Shakespeare y escuchar la ópera de Verdi porque Otelo es el "moro" de Venecia, negro, y asesina a su esposa por celos; nos prohibirán contemplar Las señoritas de Avignon de Picasso porque retrata a cinco prostitutas de la calle Avignyó de Barcelona; nos prohibirán ir al teatro a ver Yerma de García Lorca porque la protagonista quiere ser madre por encima de todas las cosas y dice "cuando me cubre {su marido}€ quisiera ser en aquel instante como una montaña de fuego"; nos prohibirán la película El hombre tranquilo de Ford porque John Wayne arrastra a su mujer por el campo; nos prohibirán ver el ballet La bella durmiente de Chaikovski porque la protagonista despierta de su largo sueño cuando el príncipe (machista) la besa dulcemente; nos prohibirán escuchar Tristán e Isolda de Wagner porque Isolda muere de amor ("liebestod", la bellísima aria final de la protagonista). Nos prohibirán€

Se empieza por una película; por un cuento; por una pintura; por un libro; por una idea; por un verso; por un beso. Se termina con las películas; con los cuentos; con los cuadros; con los libros; con las ideas; con los versos, con los besos. Mañana, cuando la libertad no se pueda disfrutar porque ha sido secuestrada por la homogeneidad, cuando los grilletes del nuevo fantasma que recorre el mundo se aprieten contra la divergencia, la independencia de los espíritus libres y su obra creadora, veremos quemar personas en la pira de lo políticamente correcto, del progresismo impostado, de la dictadura del pensamiento único. Todo eso es lo que el viento no se llevó. A más ver.

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