En reciente debate parlamentario una diputada calificó de terrorista al padre de otro compañero, alguien que que no intervenía en el acto y que posiblemente estuviera en caso tranquilo leyendo la prensa o paseando en horario de "jubilado", como parece que es su situación actual. No me sorprende para nada el exabrupto de la parlamentaria porque desgraciadamente ya suele ser habitual este comportamiento en el Parlamento pero sí me intranquilizó la opinión de dos afamados periodistas en un programa de tertulia política. Vinieron a decir que la posible querella anunciada por el insultado tendrá escaso recorrido judicial dada la inmunidad de que gozan los diputados en la tribuna del Congreso. En mi ingenuidad, tenía otro concepto de la inmunidad parlamentaria, y releyendo el artículo 71 de la Constitución sigo creyendo en él, pero si estoy equivocado y la razón la tienen los dos periodistas, entiendo que es como para ponerse a temblar. Como si desde el Congreso se pudiera insultar gravemente a un ciudadano que pasea tranquilamente por el Postiguet y éste no pudiera querellarse porque se enfrentaría a la sacrosanta inmunidad del insultador. Pero ¿no éramos todos iguales ante la justicia?
Por otro lado, el parlamentario hijo del presunto insultado manifestó que aconsejará a su padre para que presente la correspondiente querella. ¿Es también éste diputado un incorregible ingenuo como yo ó acaso por el contrario son los periodistas quienes hablaron con imprudente ligereza? Estimado vecino José María Asencio, mira si puedes aclararnos esto en tu próxima colaboración de los martes.
