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De deslealtades y filtraciones

Habría que ser muy cándido, muy ingenuo o, por el contrario, sumamente perspicaz o interesado, para no apreciar en las noticias que se filtran a los medios de comunicación, una rebuscada utilidad o bien un vulgar provecho material o crematístico y, suele inferir, desde la más alta institución hasta la más baja jerarquía. Todo tiene un precio, todo se compra, nadie es insobornable. Es lo que hay. Lo que hemos permitido.

El que algo así haya pasado en una institución como la Guardia Civil, por parte de alguno de sus miembros, es como si hubiera pasado en cualquier otro organismo o institución de máximo nivel y necesaria confidencialidad. Pero ello no es óbice para que se señale a los autores materiales o responsables de esa acción y no por ello se ha de pensar que se señala a todo el cuerpo. Es como si pasara en otra instancia de similar rango como la Policía, la judicatura, la Agencia Tributaria, o la mismísima Corona. Además, es algo conocido por la mayoría de gente mínimamente informada. Negarlo es de hipócritas o zascandiles.

Rasgarse las vestiduras ante hechos más que cotidianos y habituales en estos -y otros- órdenes de la sociedad, desde que el hombre es hombre, es propio de ignorantes incapaces de reconocer las debilidades humanas o, peor aún, defender lo indefendible porque se es de la misma ralea que ese mismo funcionario, ya sea militar, administrativo, policial, etc. que es un auténtico "chorizo", aún sin representar al resto de su organización por muy armada y benemérita que ésta sea.

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