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Vicente Magro Servet

Opinión

Vicente Magro

La remontada al coronavirus lo es con mascarilla

Lejos quedaron aquellos días del final de marzo y las dos primeras semanas de abril en los que daba las ganas de no escuchar las graves noticias que se difundían cada día, cuando las estadísticas de contagios y muertos se alzaban entre 800 y 600, respectivamente, día tras día. En esos días una gran depresión se apoderó de todos los ciudadanos ante una situación que era absolutamente impensable que todo un país tuviera que haberse confinado ante un enemigo tan brutal y contundente como este virus que ha arrasado en todo el mundo, y que sigue haciéndolo todavía en países con gran fortaleza económica y sanitaria como son Estados Unidos y Reino Unido.

Resulta, así, una evidencia la fortaleza destructiva de una enfermedad que no es leve, sino que se ha llevado detrás a muchas personas en todo el mundo. Pero en esta remontada que se está haciendo a la letalidad del virus hay un factor que es fundamental para vencer a un enemigo silencioso y dañino como es el Covid-19, ya que además de su capacidad de mutación puede regresar con su fuerza si las imprudencias se siguen cometiendo como estamos viendo últimamente en muchos ciudadanos imprudentes e irresponsables. Tanto los que se reúnen de forma numerosa, como los que se relacionan con otros sin adoptar medidas de prevención, o el uso obligatorio de la mascarilla que muchos ciudadanos incumplen reiteradamente cuando salen a la calle. Porque hay que recordar que cuando se sale a pasear, la mascarilla debe llevarse puesta, y no en el brazo, en el bolsillo, o debajo de la boca, ya que es constante que se cruce con muchas personas, y ello le obliga a llevarla puesta?aunque nos moleste a todos. Porque muchas más molestias les ha supuesto a nuestros sanitarios jugarse la vida para salvar otras, incluso a costa de la vida de muchos sanitarios que han muerto.

Recordemos que las advertencias sanitarias se han realizado con gran insistencia, señalando que el virus sigue estando ahí, y que no hay que darle la vuelta ni la espalda, porque sigue habiendo contagios todos los días y sigue habiendo personas que siguen falleciendo por el efecto del coronavirus al punto que se han tenido que ir modificando las instrucciones sobre las medidas de precaución, como la exigencia de la orden que fijó la obligatoriedad de llevar mascarilla en la vía pública cuando no se puedan respetar los 2 metros de distancia, que lo es siempre que se sale a pasear a la calle. Siempre hay que llevar la mascarilla puesta, pese a que muchos ciudadanos desoyen esta orden con infinidad de excusas que no valen ante las muertes habidas, las pérdidas de empleo y los negocios que se han tenido que cerrar. No hay excusa alguna para no llevar puesta la mascarilla ante todo lo que hemos pasado. Es una grave irresponsabilidad este incumplimiento.

Por ello, hay que recordar que esta orden no está siendo recordada por muchas personas que salen a la calle sin la mascarilla, y este incumplimiento lo hacen personas de todas las edades, tanto jóvenes como personas de mediana edad, y, sobre todo, lo que es más preocupante, personas de elevada edad, con el riesgo que existe de mortalidad tan elevado a estas edades adultas. Y a las cifras nos tenemos que remitir, y a los esfuerzos que los sanitarios han tenido que estar haciendo durante muchos días. No vale aplaudirles para luego salir a pasear sin la mascarilla.

El respeto a esta orden de obligación de llevar mascarilla en la vía pública además de ser una orden del Estado, es una necesidad de solidaridad y respeto hacia los demás. De solidaridad, porque la remontada solo se puede conseguir con la colaboración de todos, y si hay ciudadanos que fallan con estos incumplimientos de no guardar la distancia de seguridad y de no llevar la mascarilla la remontada será absolutamente imposible y el porcentaje de posibilidades de que tengamos que volver a confinarnos será muy elevado. Y ello se ha demostrado en aquellos escenarios en donde en reuniones de muchas personas en las que había algún contagiado de forma rápida el virus ha vuelto a reaparecer y se han contagiado todas aquellas personas que estaban con otro que estuviera contagiado por el virus, lo supiera o no.

Llevar mascarilla es un síntoma de respeto hacia los demás. Y resulta sorprendente cómo nos cruzamos con personas que, sin complejo alguno, salen a la vía pública absolutamente sin ningún mecanismo de protección cuando la orden está absolutamente clara. Por ello, solamente por quienes perdieron la vida y por nuestros sanitarios habría que tener el suficiente respeto y solidaridad de salir a la calle con mascarilla para que la remontada sea posible y todos juguemos este partido para sumar y no para restar, como muchos están haciendo.

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