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Toni Cabot

Postales del coronavirus

Toni Cabot

Musa del confinamiento

En semanas como la que está a punto de concluir hubiera pasado desapercibida, no en vano resulta muy complicado, cuanto no imposible, apartar los ojos de Pedro Sánchez cuando despliega todas sus habilidades y ejerce de Almodóvar. En esos momentos, ni los profesionales dedicados a la ficción, que en estos tiempos se entremezcla con la realidad, alcanzan su nivel. Por eso, les decía, personajes como Ana Milán solo han tenido opción cuando era el covid el único que martirizaba. Ahí sí, durante esos días la actriz alicantina se comía la pantalla del móvil o del ordenador conectada a Instagram para cambiarnos el ánimo a golpe de ocurrencia de la buena. Reconozco que hasta hace poco no la conocía. Advertí su presencia a raíz de un mensaje que se hizo viral.

-¿Dónde se come mejor arroz, en Valencia o Alicante?, se preguntaba ella misma un segundo antes de continuar con la respuesta.

-«El arroz bueno, ese que es bueno, bueno, bueno, el de decir 'qué bueno está esto'? en Alicante. Arroz del senyoret».

Ni qué decir tiene que todos los grupos de WhatsApp con tendencia al chauvinismo alicantino recogieron el guante y activaron a su vez la maquinaria de repetición para que, en cuestión de horas, el cautivador salero de Ana despejando dudas sobre nuestro producto más universal inundara los móviles de los que profesamos el mismo credo. Y, posiblemente, también de los otros, los protestantes de más al norte.

En todo caso, fue una carta de presentación para que los despistados que no conocíamos a Ana nos pusiéramos las pilas. A partir de ahí nos familiarizamos con esa musa para veinte y treintañeros, a los que ha atraído a su vera a base de naturalidad e inteligente chispa con directos de Instagram. Para hacerse una idea aproximada del alcance de su mensaje, les aclaro que he llegado a escuchar a modo de descripción que lo está «ultramegapetando».

Al parecer, la alicantina decidió meterse en esta harina con la finalidad de alegrar en la medida de lo posible la etapa del confinamiento. Así que, pensando en esa gente recluida a la fuerza en cincuenta metros cuadrados de piso, eligió aportar su compañía a modo de contribución a la causa. Poco a poco, las decenas de seguidores se convirtieron en centenas, y las centenas en miles, que a su vez se fueron multiplicando hasta convertirla en tendencia por todo el país. Hoy, son casi ochocientos mil los seguidores que pueden saborear sus directos en la red social. Allí cuenta curiosidades, responde preguntas y la peña se parte con alguna que otra anécdota que la actriz cuenta con total naturalidad. Entre ellas, el relato del equívoco ocasionado por el consejo pedido a su ginecólogo en una atropellada llamada en el que el interlocutor resultó ser el portero, registrado en la agenda con el mismo nombre que el médico. Aquello llenó la red de carcajadas, como tantas otras historias que han ido calando en el personal, historias cotidianas contadas con un desparpajo sencillo y divertido que han provocado la adoración de una audiencia fiel.

Entre anécdotas y relatos, Ana se ha convertido en la estrella del confinamiento, reclamada para ser entrevistada en varias cadenas de televisión interesadas en conocer de cerca la otra versión de esta actriz y, sobre todo, el secreto de su éxito. Alguien que demuestra saber tanto de arroz siempre es una garantía.

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