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Opinión

El Día de la Ascensión como tradición en Elche

El dia de l'Ascensió si voleu saber que hem fet escolteu amb atenció i vos cantaré un poquet: hem anat a fer herbetes mes allà del Molí Nou?» ¿A qué les suena esta letra y más aún su música? Sobre todo a los ilicitanos e incluso a los que sin serlo por nacimiento viven en nuestra querida ciudad, considerándolos como hermanos por adopción.

Y es que este año es el penúltimo jueves de este mes, con lo que cualquiera recuerda lo que tradicionalmente se dice: «Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol, Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión».

No obstante podemos recordar, para ubicar adecuadamente estas celebraciones, que son fechas movibles ligadas a la Pascua desde el año 325 en que el I Concilio de Nicea estableció esta fecha como el primer domingo después de la luna llena tras el equinoccio de primavera, fijando éste el 21 de marzo. Por lo tanto la fecha varía entre el 22 de marzo y el 25 de abril. Por lo cual el Jueves Santo es 3 días antes, el Corpus 60 días después y la Ascensión a los 40 días de la Pascua.

Tanto los refranes como las canciones guardadas por los que nos precedieron y nos enseñaron, están desde hace algún tiempo en decadencia. Pero no perecerán porque forman parte de nuestras tradiciones.

No obstante la historia nos lleva a modificar costumbres arraigadas en el pueblo llano, el que forma la España de siempre, al margen de ideologías y partidismos. Por ello los tres jueves desaparecieron de su celebración festiva y laboral por el decreto 1346/1989, firmado por Manuel Chaves González como ministro de Trabajo y Seguridad Social, que había sustituido a Joaquín Almunia Amann y que fue sustituido al año siguiente por Luis Martínez Noval.

Desde entonces las celebraciones pasaron a realizarse laboral y más tarde litúrgicamente, los domingos sucesivos a ellas.

Y en las familias, en los centros de trabajo y en los colegios se hablaba de lo que habían sido y de lo que eran después.

Sin embargo había asociaciones culturales como el PHACE (Patronato Histórico, Artístico d'Elig) y centros escolares que incluyeron en su programación las tradiciones locales, celebrando el Día de la Ascensión.

Uno de estos últimos era el C.P. José Ferrández Cruz que los alumnos, a partir del 3er. nivel, iban junto a sus maestros, el director, la presidenta/e de la APA y algunas madres voluntarias, de apoyo, al Pantano de Elche por la ruta que citó José Payá Alberola en este mismo diario el 22 de mayo de 2009, pasando por la partida de Santa Ana, continuando por el Ferriol, Animetes hasta llegar al merendero.

La programación era sencilla, educativa, lúdica y trascendente. Ejercicio físico al caminar, exposición por grupos del significado de la Ascensión de Jesucristo a los Cielos, celebrándose en un lugar, posiblemente elevado como ese; juegos infantiles, y sobre todo el «fer herbetes», principalmente cantueso, tomillo, romero, rabo de gato y espliego, con la condición sine qua non de utilizar para ello tijeras para evitar la extinción de las mismas en años posteriores.

Después del almuerzo, que se llevaba preparado previamente por el comedor escolar y era transportado por el automóvil de apoyo, portando el botiquín, otros enseres y material escolar, los maestros y acompañantes preparaban infusiones con parte de «les herbetes» que los propios alumnos habían cosechado con delicadeza y esmero y lo repartían entre todos ellos en vasitos de plástico, azucarillos y una pajita para remover el líquido elemento conseguido con sus «sudores». Muchos de ellos nunca habían probado tan delicioso, digestivo y cálido fruto de su esfuerzo. Había otros que sí lo habían hecho y por ello repetían, hasta terminar lo que la olla y la cazuela habían contenido.

Para el regreso se tenía previsto un autocar, que haciendo varios viajes nos devolvía al lugar de origen: el colegio.

Al día siguiente, viernes, en las clases se realizaban trabajos escolares relacionados con la celebración de la víspera, con los objetivos propios de cada nivel.

Hay que destacar que pasados muchos años, cuando los alumnos son universitarios, empleados en uno u otro oficio o profesionales especializados, y se reúnen para recordar momentos vividos en su escolarización, desmenuzan, como me han comentado muchos de ellos, la trascendencia que ese día tuvo en su formación, no habiendo olvidado detalles personales, nimios e intrascendentes a título general, pero que siguen guardándolos como tesoros en su corazón.

Y es que las tradiciones hacen que los pueblos amen su tierra como parte de un todo que es España, haciendo que en momentos tan difíciles, como los que estamos viviendo por la pandemia, seamos solidarios, abnegados, consecuentes y prójimos de los más necesitados dando ejemplo de originalidad y entrega en nuestras obras, ideas y servicios.

Por todo ello he elegido de entre las definiciones sobre las tradiciones, la que el escritor e intelectual mejicano, Carlos Fuentes Macías, caballero de la real Orden de Isabel la Católica, entre otras muchas distinciones, dijo a los medios de difusión cuando algunos criticaron su primera novela La región más transparente: «Para crear debes estar consciente de las tradiciones, pero para mantener las tradiciones debes de crear algo nuevo». (Dato marginal: su fallecimiento fue cercano en unos días a la celebración del Día de la Ascensión del 2012).

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