Ya sé que hoy, en un mundo tan palpitante y una España tan palpitada, mantener determinados criterios a contrapelo del pensamiento único o criticar decisiones del poder por arbitrarias, antidemocráticas y nefastas, puede resultar no solo políticamente incorrecto, sino que, en estado de alarma, te pueden llevar en ominosa procesión -auto de fe mediante- a lomos de un burro, despojado de dignidad, tocado con el capirote Merlín, cubierto con el inquisitorial jubón sambenito y conducido a la hoguera virtual bajo la custodia de los policías online de Marlaska. De ahí que invoque la memoria de Fray Tomás de Torquemada y de Jerónimo Castillón y Salas -primer y último Inquisidor General que hubo en España- para que me protejan de tal infame mofa. Una vez suplicadas ambas señorías, con permiso de la autoridad gubernativa, esa que guarda mi derecho a la intimidad en el arcón de sus caprichos, me dispongo a referirles algunas incómodas verdades que, como Galileo, "Eppur si muove".
Eppur si muove, sí, porque el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, declaró compungido ante millones de españoles que no dormiría tranquilo con ministros de Podemos en el Gobierno (es verdad que no dijo ministras). Hoy nuestro presidente duerme embelesado, en feliz cama matrimonial, con un presidente consorte y cuatro ministros y ministras de Podemos (es verdad que no dijo Unidas Podemos); un consorcio comunista, de extrema izquierda, con una hoja de ruta que, de confirmarse, nos aleja de Europa y nos acerca a los populismos bolivarianos antidemocráticos.
Eppur si muove, sí, porque el presidente del Gobierno Pedro Sánchez declaró hasta tres veces que con Bildu no iba a pactar. "Y si quiere, lo digo 5 veces o 20, con Bildu no vamos a pactar", aseveró contundente al entrevistador (es verdad que lo dijo con ese tono de categórica credibilidad que Pedro da a sus profundas convicciones; y también es verdad que no dijo nada de Adriana Lastra, ni dijo EH Bildu).Y por aquello de las categóricas convicciones, de la credibilidad, Sánchez pactaba esta semana con EH Bildu y Unidas Podemos la derogación de la reforma laboral en su integridad, aunque luego intentó minimizarlo, algo que desmintieron el ultraizquierdista Iglesias y los demócratas de Bildu al aseverar con profunda convicción democrática que el acuerdo entre los tres partidos es derogar íntegramente la reforma. De Adriana Lastra no sabemos nada. Bueno, nada no: sabemos que puso su firma al pie del documento compartida con la del miembro de extrema izquierda Echenique y la demócrata Mercedes Aizpurúa, incapaz ésta de condenar las amenazas y el sabotaje sufrido en la vivienda de la dirigente socialista Idoia Mendía. Y el socialismo español calla. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que ya no quede ni partido, ni líderes, ni alternativa interna tras el erial en que lo está dejando Sánchez? Como desde el gobierno Iglesias-Sánchez se pide lealtad, diálogo, unidad y consenso, firman el documento con Bildu a espaldas de todos -incluidos ministros y ministras-, oculto, lo que ha obligado a la CEOE a suspender su pacto con el Gobierno. En eso consistía pedir la prórroga del estado de alarma, ingenuos y burlados "ciudadanos". Hasta El País abre los ojos y dedica un editorial con esta perla: "€un acuerdo que€ha destruido el mermado crédito negociador del Gobierno, lo ha dejado parlamentariamente a la intemperie y ha concitado en su contra un sentimiento de estupor, tanto por el diletantismo de firmar lo que firmó, como por el desorden interno que evidenció la rectificación y la rectificación de la rectificación, llevando al paroxismo la inseguridad jurídica". ¿Esto es un bulo, una fake news, Marlaska?
Eppur si muove, sí, porque tanto el profesor de Filosofía y Letras, ahora Sanidad, Salvador Illa, como el sabio Fernando Simón, ahora en el gobierno de las adivinanzas, decían una otra y una vez que no tenía ningún sentido, que no era necesario que la población sana usase mascarillas; no había que caer en alarmismos; no se aconsejaba ir con mascarillas por la calle. "Si estás sano, no es necesario mascarilla", rezaba la cuenta oficial del Ministerio de Sanidad, ahora Filosofía y Letras. Pero hete aquí que esta semana, cuando habíamos confiado en el profesor Illa y el sabio Simón despreciando por inútiles las mascarillas, el sabio Simón y el licenciado Illa imponen la obligación de llevar mascarillas so pena de multa. ¿De quién nos fiamos? Pero la verdad es que el sabio Simón y el bachiller Illa han reconocido, sin ápice de contrición ni una mínima disculpa, que no se recomendó antes usar mascarillas porque había escasez. A ver si lo entienden ustedes dos. Como no tengo recambios y a despecho del riesgo, ¿les digo a ustedes dos que pueden conducir un coche con los frenos averiados?
Eppur si muove, sí, porque mientras un millón de trabajadores afectados por ERTE aún no han cobrado nada -nada de nada-, la ministra de extrema izquierda Irene Montero, en plena crisis, acuerda el reparto de 100 millones de euros del Pacto de Estado contra la Violencia de Género, publicaba La Opinión de La Coruña. No había momento más oportuno, habrán constatado el millón de trabajadores que están esperando cobrar. Pero las colas del hambre solo son culpa de los ayuntamientos (los gobernados por los otros, claro). Por eso es a la denostada Iglesia Católica (Cáritas) donde acuden estas dramáticas colas a pedir para comer; no las verán ustedes dos en las sedes de los sindicatos, del Parlamento o de Unidas Podemos (a las puertas del chaletazo Iglesia-Montero ni se les ocurre ir; está blindado de Guardias Civiles para que el jarabe democrático no altere la paz interior de sus dueños).
Eppur si muove, sí, porque 33 años antes del proceso inquisitorial a Galileo, Giordano Bruno fue quemado vivo en el Campo dei Fiore de Roma, a unos 200 metros de donde fue asesinado César. Al escuchar la sentencia, Bruno dijo al tribunal inquisidor "Tal vez sentís vosotros más miedo al imponerme esta sentencia que el que siento yo al recibirla". Pues eso, mis queridos amigos de la Inquisición. A más ver.
