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María José Zaragoza Hernández

Reconocimiento oficial de la especialidad de urgencias y emergencias

Que al principio, enero, febrero, cuando llegaban pacientes por la puerta de Urgencias con síntomas gripales, fiebres altas y complicaciones pulmonares. Hasta el 14 de marzo no se decretó el confinamiento. Y los días, para los médicos de Urgencias, se convirtieron en semanas. El cansancio en adrenalina. El sueño en insomnio. Sus vidas, suspendidas del mismo hilo de aquellos pacientes que llegaban contagiados y a las horas ya habían fallecido.

A esto se unió la escasez de material y la saturación de hospitales y las UCI. Nunca antes los médicos de Urgencias se habían enfrentado a una epidemia tan altamente contagiosa. Luego pandemia. Además de los conocimientos médicos, todos los sanitarios tuvieron que agudizar la imaginación, improvisando trajes con lo que fuera para no contagiarse. Las cifras entre médicos infectados fue creciendo y también muriendo.

El Covid-19 ha puesto sobre la mesa el reconocimiento de la especialidad de Urgencia y Emergencia como titulación propia. Un tema que viene de muy lejos. Una praxis que con el Covid-19 ha puesto a prueba la capacitación y el temple de este colectivo. Sin embargo, no se entiende que, siendo una especialidad transversal que abarca muchas especialidades, sea una lucha continua por parte de las diferentes Sociedades de Médicos de Atención Primaria, Medicina Interna o Intensiva. En toda Europa la medicina de Urgencias es una especialidad como tal e independiente del resto de especialidades.

Nos preguntamos, cuáles son los motivos para que el médico de Urgencias, acostumbrado a los diagnósticos de infartos, derrames cerebrales, peritonitis, accidentados, apuñalados, drogadictos violentos y no se sabe qué cosas más, sacándolos adelante, estabilizándolos, devolviéndoles a la vida, o como hemos visto con el Covid-19 dejándose la piel y la vida, no se les reconoce la especialidad de Urgencias y Emergencias.

Son Médicos de Familia y Comunitaria (Atención Primaria), una formación muy completa y en continua evolución en sus protocolos. Pocos la quieren hacer, porque la quieren como segundo recurso.

En esta experiencia se han necesitado especialistas en Neumología, Medicina Interna, Medicina Intensiva, Anestesiología y Reanimación. Toda ayuda era poca.

He leído cartas dirigidas a la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y los especialistas que están o han estado luchando codo con codo con los médicos de Urgencias han quedado maravillados del trabajo en equipo, por la eficacia, rapidez, organización y profesionalidad en la aplicación de los protocolos necesarios para sacar tantas vidas adelante, no sin contar con la inestimable ayuda de todos los compañeros y compañeras sanitarios.

Nos preguntamos, ¿Son exigencias gremiales que implican protegerse cada médico de su propia especialidad? Sigo, ¿quién otorga la titulación? ¿Quién puede certificar que la Medicina de Urgencias no es una especialidad independiente? ¿Serán cuestiones políticas siendo una especialidad tan útil como necesaria como se ha podido ver? ¿Qué estamento tiene que reconocer la especialidad como la de médico de Urgencias? ¿Quién puede reconocer el título de especialista a estos hombres y mujeres, que lo mismo te sacan de un infarto, un derrame cerebral o un Covid-19? ¿No ha sido suficiente esta prueba? Pienso que ya va siendo hora de que a estos médicos se les reconozca su especialidad ya que también ejercen de docentes, enseñando en hospitales universitarios de la Seguridad Social a otros médicos.

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