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Opinión

Esto no es Marte, esto es la Tierra

Es la Tierra, pero hemos asistido -y seguimos asistiendo- a un ejercicio similar al que desarrolla la metáfora de toda la humanidad en la novela El marciano de Andy Weir (poco que ver con la película de Ridley Scott, por cierto, más preocupada de los elementos técnicos y espectaculares). Quizá la hayan leído y la recuerden: el astronauta Mark Watney, tras ser el primer ser humano en pisar Marte, es dado por muerto y abandonado por sus compañeros en una evacuación de emergencia debida a una tremenda tormenta de polvo; pero no ha fallecido y comienza su propia carrera por la supervivencia a millones de kilómetros de la Tierra, sin conexión y con elementos menos que esenciales para garantizar su éxito. Para conseguirlo pone en funcionamiento todos sus amplios conocimientos: gracias a sus competencias médicas y asistenciales cuida de su cuerpo; gracias a sus habilidades en ingeniería repara las instalaciones, hace funcionar los sistemas; a ello, contribuyen sus conocimientos informáticos; diseña y construye; sus saberes botánicos, biológicos y químicos le permiten cultivar, reconstruir su dieta; calcula, economiza, cuida de su oikos -el que es su hogar ahora- y organiza la que es allí, en Marte, su única empresa; debe desarrollar todo un programa pedagógico consigo mismo, debe educarse para afrontar esta nueva situación; incluso debe dotarse de unas normas básicas, sus propias leyes y sus correspondientes sanciones, a fin de evitar sobrepasar los límites que, para la propia supervivencia él mismo se ha impuesto; y, finalmente, para sobrevivir ha de mantener la consciencia de que es un ser humano: la literatura, la música, la lengua y su codificación, la memoria -su propia historia y la de los suyos-?, las artes y las humanidades -las ciencias del ser humano-; se pregunta por qué y para qué quiere seguir con vida, las razones que le han llevado hasta ese punto, filosofa. Así, todo lo que es coopera entre sí y se coordina.

Si analizamos las necesidades puntuales en cada momento puntual, diremos que «nunca tantos debieron a tan pocos», la famosa cita de Churchill en la Batalla de Inglaterra. Y es verdad, aplicando la lupa a cada momento: si no hubiera curado sus heridas, si no hubiera reparado su alojamiento, si no hubiera ?, puede pensarse que unos conocimientos, competencias o habilidades sobrepujan a las otras. Ahora bien, ¿y si hacemos la pregunta en sentido inverso? A saber, ¿la supervivencia de Mark Watney hubiera sido posible sin el concurso de uno cualquiera de ellos? Pienso que no, o al menos no con la misma probabilidad de éxito.

Si trasladamos esta metáfora a la sociedad, la conclusión se me antoja evidente. Cada paso que damos, cada batalla en la que combatimos, tiene sus héroes, quienes merecen todo el reconocimiento, pues sin su concurso todo lo demás dejaría de existir. Ahora bien, el resultado final sólo se alcanza con el concurso de todos y cada uno de nosotros, desde la responsabilidad y las capacidades que ponemos al servicio de todos los demás. Todos somos necesarios, todas las capacidades son imprescindibles, lo son todas las disciplinas.

Un buen ejemplo lo ha presentado la Universidad de Alicante en esta crisis. El profesorado, los investigadores, el personal de administración y servicios y el alumnado han aportado lo mejor de sí mismos para enfrentarse a un reto que no tenía precedentes, que sigue sin tener precedentes. Cada paso que se ha dado y los que se darán en las próximas fechas se interna en Terra ignota, en territorio desconocido y nunca recorrido anteriormente, sin huellas que seguir; es ahí donde se muestra la heroicidad cotidiana, en el hecho de seguir adelante y no desfallecer ante las adversidades, ante el descubrimiento de los propios errores, porque no podían ser tenidas en cuenta todas las variables; aprendiendo de las unas y los otros, para avanzar nuevamente.

Insistimos, juntos hemos enfrentado la crisis y saldremos de ella juntos: de la sanitaria, primero, de la económica y social, a continuación; con los principios de la democracia, la solidaridad y la cooperación, desde el más absoluto respeto a los individuos y las instituciones, sin que nadie se quede atrás. Si alguien se queda atrás, ya no estaremos juntos.

Esto es la Tierra, no es Marte. No estamos solos. Ya hemos avanzado mucho, no debemos confiarnos.

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