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Opinión

Ayer salí a pasear

Ayer me apeteció poner buen tiempo atmosférico y salir a pasear. El buen o el mal tiempo personal no lo prevé ningún servicio meteorológico. Cada cual, si se lo propone y se esfuerza en ello, puede colocar en su mente el que desee. No me fijé siquiera en la hora en la que inicié mi paseo. Cualquier momento puede ser bueno. Salí sin pensar en lo que me podía ocurrir y sin ninguna protección. Fue una gran experiencia, la mejor de mi vida. Mientras caminaba, recordaba lo que escribió el filósofo Jorge Larrosa sobre la experiencia: «Viene del latín experiri, probar, y es, en primer término, un encuentro, una relación con algo que se prueba». Y aún más, tanto en las lenguas germánicas como latinas, esta hermosa palabra contiene siempre la dimensión de travesía y peligro. Y mereció la pena la aventura, ese probar algo nuevo, ese arriesgarse, ese afrontar el peligro. ¡Qué maravilloso paseo! Nadie me puso el más mínimo impedimento. Ni una sola traba, ni una mala cara. Fui tranquilo, relajado, sin apurarme, parándome a charlar con esos que llamamos los otros. Por cierto, y discúlpenme mi asombro, ¡qué curiosos son los otros! Todos y todas, sin excepción, eran diferentes de mí. Lo he comprobado y corroborado. Me di cuenta, no sin sorpresa, de que esos otros ven las cosas de manera distinta a como las veo yo; sin embargo, al atenderlos, esto es, al prestarles atención, al escucharlos de verdad, sentí que me añadían ojos nuevos, que me ensanchaban la mirada, que me agrandaban el mundo. Y eso me ocurría hasta con esos otros y esas otras con los que no estaba de acuerdo en nada. Recapitulo. Tomar la decisión de salir no fue fácil. Tuve que vencer miedos, recelos y desconfianzas. Pero una vez que me decidí, ¡cuánto aprecié y valoré ese enriquecedor exterior al que me había atrevido a exponerme! Todo me parecía recién estrenado: los colores lucían más vivos, se respiraba un aire de serenidad y hasta se me hicieron más llevaderas ciertas molestias del cuerpo. Qué gran decisión el haber salido a pasear afuera? ¡afuera de mí mismo! Permítanme que se lo recomiende, es muy saludable, decídanse sin miedo: abandonen el encierro del yo y sálganse de sí mismos.

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