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José María de Loma

Rebajas

El Gobierno ha querido prohibir las rebajas. Qué manía con meterse con nuestras aficiones. Luego ha matizado. La orden primera en el BOE traía la prohibición de anuncios comerciales o ganchos que pudieran generar aglomeraciones o bullas. Ahora se dice que si el aforo es adecuado sí se pueden realizar determinadas promociones. El textil no vende ni un calcetín. Estamos tiesos y con la tentación de pasar este verano con el bañador que ya tenemos. Si encima no hay rebajas, la cosa se va a poner chunga: para los comerciantes y para nuestro aspecto. Aspecto tal vez demodé. Añádanle al hecho de llevar un bañador pasado de temporada el estar más gordos y blanquecinos. Sí, las playas (si las abren) pueden ser un espectáculo. No vamos a caber por la puerta de las tiendas de ropa por dos razones: estamos como focas y la tienda almacena tanto stock que no cabe ni un cliente. Aunque se tratara del mismísimo alfiler.

La Asociación Empresarial del Comercio Textil cree que lo ideal sería que el Gobierno permitiera a cada establecimiento tomar la decisión que mejor le convenga. O sea, son partidarios, como el almirante Nelson, de la «desobediencia creativa». O bien, de cierta y dulce anarquía o individualismo. Lo vemos adecuado.

Al mundo de la moda no le gustan las decisiones uniformes pese a que cada año nos quiere uniformar. Se van a acabar las tascas donde uno se aprieta en la barra, los estadios de fútbol llenos y las rebajas. Y aún así hay gente que dedica sesudos análisis a responder cómo va a cambiar el mundo. Tal vez sea un pensamiento de saldo. No debemos rebajar nuestras previsiones optimistas, por mucho que la ropa nos siga pareciendo algo cara. Nos gusta tanto comprar como obedecer y eso que en desescaladas, estamos en tiempo de descuento.

No solo de camisas vive el hombre. Las rebajas, sobre todo de los grandes almacenes, que es el que todos sabemos, eran un atractivo divertimento: buscar gangas tecnológicas o de menaje. También zapatos. No faltará quién piense que para que quiere calzado si no puede caminar hasta las rebajas. Rebajemos la ansiedad. Y si el Gobierno no nos satisface, ya iremos nosotros, en las elecciones, con las rebajas.

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