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Javier Cuervo

Opinión

Javier Cuervo

Desescalada descalabrada

Las fases de la desescalada abren posibilidades, no obligaciones y no restan una sola precaución contra el coronavirus. Hubo deportistas debutantes en la desescalada, por no ser menos que nadie, ¿habrá ateos en misa para no sentirse desfavorecidos respecto a los practicantes?

El PP ha hecho un gran servicio a la nación al convertirse en ejemplo de mala desescalada. Su desescalada dio en descalabro. En el camino hacia el desconfinamiento, Pablo Casado pasó de ser fotografiado impotente en el baño a ser considerado irrelevante en el Congreso. Se abstuvo en la prórroga del estado de alarma y no le importó a nadie.

En la misma figura de Casado se ve que no es cuestión de salir, aunque se pueda. En cada telediario cambiaba el escenario desde dónde el líder del PP hacía declaraciones, en una desescalada por muchos sectores, pero el único movimiento político de Inés Arrimadas, confinada a término, que ha hecho sus principales declaraciones desde el sofá de casa, lo dejó descolocado.

A Isabel Díaz Ayuso, la presidenta popular de Madrid, le pasó como a su mentor y presidente. Su representación de viuda de Corona en la Almudena, llevada hasta el ridículo de presentarse como Dolorosa en una primera plana, tuvo por el medio la mayor turbulencia política de la desescalada por el afán de avanzar a la fase 1 contra su propio criterio del día anterior y el de su directora general de Salud, que dimitió. Empujada por Fernández-Lasquetty, un fanático religioso del liberalismo, y por su vicepresidente, el ciudadanita Ignacio Aguado, Ayuso desescaló a tales zancadas que al problema económico que seguirá al sanitario, ya le está viendo otro, de orden público. No hay que olvidar esa frase. Es una fase no prevista por el gobierno.

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