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Vicente Magro Servet

Infractores en Estado de alarma

Parece que a muchas personas se les han olvidado las cifras que asolaron nuestro país desde el 15 de marzo hasta finales de abril, cuando se daban números de 8000 contagiados y entre 800 y 1000 muertos cada día.

En aquel momento el miedo se apoderó de la ciudadanía, pero, sin embargo, el problema es que en la actualidad parece que algo ha hecho desaparecer de las mentes de algunos ciudadanos lo que ha ocurrido, y que la memoria se ha desvanecido por las actuaciones que se están presenciando en las imágenes de televisión y fotografías que evidencian la pérdida del miedo al virus y una falsa conciencia y creencia de que los efectos del Coronavirus se han vencido y que se le ha ganado la batalla. Nada más lejos de la realidad. Y es que resulta sorprendente ver imágenes de grupos de personas juntos, de quienes no guardan las distancias de seguridad, de paseos concurridos como antes del 15 de Marzo, y que explica la indignación de los sanitarios que no quieren volver a vivir lo que han sufrido y lo que se han contagiado.

Porque de nada sirven los aplausos si luego incumplimos las normas para volver a recaer y pedir a los sanitarios que vuelvan a "jugarse la vida", siendo comprensible la queja de éstos cuando comprueban la pérdida de memoria de algunos.

En modo alguno esta guerra contra el virus se ha terminado, y no sabemos en qué fase nos encontramos de la batalla, porque la continuidad en la aparición de personas contagiadas y de cifras de muertos cada día debe hacernos pensar y darnos cuenta que este partido no se ha terminado y que sería absolutamente dramático para el país que volviéramos otra vez a dar dos o tres pasos atrás, y que tuviéramos que confinarnos por culpa de la insolidaridad y de la absoluta falta de respeto de algunas personas que no están adoptando las medidas de prudencia y precaución exigibles que está exigiendo la autoridad sanitaria, y que circulan por las calles como si nada hubiera pasado y como si los miles de muertos y contagiados que ha tenido este país fuera algo que no hubiera ocurrido.

Hay parte de la ciudadanía que está cumpliendo las órdenes pero hay otra gran parte de ella que las está incumpliendo. Y el contagio puede venir, precisamente, por los incumplidores, que son los que pueden propagar de nuevo el virus y extenderlo a aquellos que cumplen en sus salidas las normas establecidas por la autoridad sanitaria y que pueden ser contagiados por aquellos otros que no les han cumplido y que pueden de unos a otros pasarse el virus.

Está claro que no se puede bajar la guardia de ninguna manera, pero los incumplidores están haciendo hasta incluso fiestas, en donde el riesgo del contagio masivo es tremendo. Y la multiplicación de ese contagio a los familiares de los incumplidores determina que aquellos, a su vez, pueden contagiarlo a otras personas que, sin embargo, sí que han cumplido las normas del confinamiento de los horarios y de la utilización de mascarillas y guantes como medidas de prevención ante el virus.

Es, por ello, importante que en esta batalla sean todos los soldados los que cumplan las instrucciones, porque como algunos no hagan frente al virus cumpliendo la normativa, la batalla se perderá precisamente porque los soldados incumplidores se cambiarán de bando para ejercer la batalla del lado del virus y no del lado de la ciudadanía que ha tenido miedo por lo que ha ocurrido, que lo sigue teniendo y que solamente tienen en su cabeza la voluntad y decisión de levantar el país económicamente, de recuperarnos de este gran mazazo que nos ha dado la vida y que debe exigir respeto con los demás a todos estos insolidarios que se cambian de bando. Porque en lugar de jugar el partido al lado del virus lo jueguen al lado de todos los que hacen lo posible para que desaparezca el virus y podamos ganar esta batalla.

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