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Opinión

El coronavirus hace milagros

Médicos de EE UU inician un ensayo "científico" para saber si los pacientes de covid-19 se curan rezando por ellos

Uno de los tópicos que empezamos a manejar en la sociedad pandémica es que ahora, más que nunca, es el tiempo de la ciencia. Solo el método científico nos puede librar de los estragos del coronavirus. Parece ser, tal y como dicen recientes encuestas, que la dolorosa evidencia de las morgues y las UCI a rebosar está convenciendo hasta a los más obtusos de que una vacuna contra el Covid-19 será la vía más expeditiva para sacar al bicho de nuestras vidas.

Según publicaba recientemente, The Guardian, una encuesta de la fundación Welcome Trust revelaba que en 2018 «solo» un 79% de los seres humanos de todo el planeta consideraba que las vacunas eran un método seguro para librarse de las enfermedades. Ese porcentaje de creyentes en el poder de la ciencia se reducía a un 59% en Europa occidental y a un 40% en la Europa oriental. Pero esas cifras están cambiando a la vista de los estragos del coronavirus. El mismo medio cita, por ejemplo, otra encuesta en Francia donde el porcentaje de recelosos de la vacunación cayó del 33% al 18% tras verse envueltos en la pandemia. Lo mismo pasó en el Reino Unido, donde a mediados de marzo el mismo porcentaje pasó del 7% al 5%.

La libertad de los obtusos

No obstante, el síndrome de la mente obtusa parece algo difícil de erradicar y, tal y como revelaba esta semana The New York Times, bajo las protestas contra las medidas de confinamiento en Sacramento (California) estaba la organización Freedom Angels Foundation, un grupo creado para oponerse a la vacunación obligatoria de los niños. Su argumento se sustenta en que, supuestamente, cuando el Estado incluye a los pequeños en un programa de vacunación para salvarte la vida al niño y, de paso, a todo el «rebaño», está vulnerando su libertad personal y la de sus padres.

Quienes sigan el argumentario de Vox, les sonará esta forma de pensar. Rupali Limaye, de Escuela de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, explica que la idea fuerza de los antivacunas es la «autogestión individual». Es decir, son personas sin formación científica «que pueden decidir qué ciencia es correcta e incorrecta, y que saben lo que es mejor para su hijo».

El poder de todos los dioses

Y luego, como en este mundo tiene que haber de todo, hay científicos que aprovechan la pandemia para cubrirse de gloria. El blog de divulgación «La ciencia y sus demonios» reseña un estudio que, con la «mínima ética profesional», va a desarrollar el Kansas City Heart Rhythm Institute. El experimento consiste en tratar de averiguar qué impacto tiene la «oración intercesora remota» en la curación de pacientes de covid-19 que estén jugándose la vida en una UCI.

El experimento se inscribió el pasado 24 de abril en la base de datos del NIH, la entidad que agrupa a los institutos nacionales de salud de EE UU. El asunto consiste en contar con la aprobación de unas 1.000 personas. Habrá un grupo de 500 que serán sometidas al tratamiento médico habitual. Pero otras 500, tras ser convencidas por esos médicos que buscan la molécula de Dios, recibirán además un plus de oración proveniente de otras personas. Como Estados Unidos es una amalgama de confesiones, los diseñadores del experimento han pensado que cada paciente que acepte ser tratado con una dosis de rogatorias «recibirá una oración universal».

Pero entre los que rezarán habrá integrantes de cinco confesiones: cristianismo, hinduismo, islam, judaísmo y budismo. Los pacientes, dicen estos científicos de Kansas, recibirán su oración de manera aleatoria. De tal modo que, si el asunto funciona, un judío podría acabar curándose por la intercesión de un musulmán o de un cristiano, o a la inversa. Luego, añaden estas lumbreras, cuando acabe el ensayo contrastarán la diferencia entre quienes recibieron el tratamiento a pelo y los que, además, tuvieron dosis extra de oración. El milagro es que esos médicos sigan ejerciendo.

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