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El asesor que asesore buen asesor será

La burocracia del Ministerio de Universidades

Qué joya. Mucho agradezco a Enrique del Teso y a su colega Maite Fernández Urquiza que me hayan puesto sobre su pista. Se trata de la resolución de 17 de abril de 2020 "de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación", publicada en el BOE núm. 114, una semana después. El Ministerio de Universidades nos da a conocer que "se nombran nuevos expertos para asesorar al Comité Asesor del campo de Transferencia del Conocimiento e Innovación de la Comisión Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora". Catorce nuevos asesores que asesoran al comité asesor que asesora... y así sucesivamente. "Para asesorar al Comité Asesor", viva Cartagena. Además, hay que tener un temple acerado que lo rilas - amén de una memoria prodigiosa- para decir que trabajas en el campo de Transferencia del Conocimiento e Innovación de la Comisión Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora. Semos el mejor país con diferencia del mundo mundial.

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Cuando salgo ya de noche a que mi "Brel" atienda la llamada de la naturaleza en sus 200 metros de radio prescritos, me llega desde el interior de muchas casas un sinfín de voces destempladas, de enconadas riñas, un excitado estrépito de portazos, un rugir de ofensas de palabra. Mi perro y yo (Mariano José de Larra escribiría "yo y mi perro") nos convertimos en involuntarios oyentes de cotidianas o abismales miserias, fingiéndonos los sordos. Sí, claro, el encierro desquicia. Pero más a mi favor para no armar la gresca. Cuántas ganas pasa uno de aconsejar: "No alces la voz: mejora tu argumento". O de recordar a los voceras que "a medida que avanza una discusión, retrocede la verdad".

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Lo dejó escrito Antonio Muñoz Molina: "Nos ha hecho falta una calamidad como la que ahora estamos sufriendo para descubrir de golpe el valor, la urgencia, la importancia suprema del conocimiento sólido y preciso, para esforzarnos en separar los hechos de los bulos y de la fantasmagoría y distinguir con nitidez inmediata las voces de las personas que saben de verdad, las que merecen nuestra admiración y nuestra gratitud por su heroísmo de servidores públicos. Ahora nos da algo de vergüenza habernos acostumbrado o resignado durante tanto tiempo al descrédito del saber, a la celebración de la impostura y la ignorancia". Hermoso texto que peca de optimismo: en cuanto pase la peste, a las andadas volvemos. O peco yo de pesimismo.

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Pobre Haruki Murakami, un escritor del que solo aprecio la risa que me provoca su fatuidad. Sin embargo, leo que sus simplezas insustanciales posmodernas (pleonasmo) molan mucho - o eso dicen- a varios notables que con su lectura distraen este encierro. Me alegro por ellos. Qué buena suerte, que lo disfruten, que lo aprovechen. ¿Por qué, entonces, lo llamo "pobre"? Porque sus continuas aspiraciones a continuos premios ya lo han convertido en objeto de broma para "El Mundo Today", publicación satírica. Así me lo tratan en sus titulares: "La nueva novela de Murakami va sobre un escritor que se vuelve loco y mata a todo el jurado del Nobel". O este otro: "Murakami pregunta si va en serio que tampoco le han dado 'el puto Planeta' ". O uno reciente: "Murakami lleva semanas investigando una vacuna del coronavirus para ver si así le dan el Nobel". Pobre vanidad, Murakami.

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Uno de mis nietos - siete años- oye aunque no quiera el aluvión informativo coronavírico con que nos instruyen en su ignorancia los inexpertos expertos, ayunos de sapiencia. Harto de la palabrería vana y prolija y redundante y contradictoria con que le interrumpían sus quehaceres, se encerró y amenazó a gritos a través de la puerta creando una frase estupenda: "¡Solo voy a salir por necesidades óptimas!"

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Qué pelmacillos que son quienes sin haber sido guadañados en lo más hondo por la peste no paran de dar la turra con su quejumbre, como si los demás estuviésemos de merienda campestre. Lo dijo Gustave Flaubert: "Cuidado con la tristeza: es un vicio".

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