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Antonio Balibrea

Opinión

Antonio Balibrea

Encuentros y desencuentros en la cuarta fase

Los vemos en la cuarta fase. La que el gobierno ha llamado la nueva normalidad- el nombrecito se las trae-, mejor la nueva cotidianidad que nos permitirá reunirnos con familiares y amigos primero, y desde el 24 de junio podremos hacer viajes más allá de los límites provinciales, y quizá estatales, y sobre todo volveremos a ocupar las calles y plazas que son tan nuestras como nuestros hogares y cuando están vacías, sin vida, sin gente, resultan irreconocibles y muy tristes.

En los desencuentros de la cuarta fase esperamos aparcar notables fantasmas como el ilusorio Donald Trump. A este lo dejamos en su fijación mental: su mundo, el mundo en el que vivía cuando la CIA y los servicios secretos le avisaron doce veces entre enero y febrero del peligro que representaba el nuevo virus. En los últimos cinco meses de incompetencia hemos visto morir por la Covid-19 a 58.000 norteamericanos, tantos como en ocho años de guerra en Vietnam. Como entonces, la mayoría eran afroamericanos y norteamericanos de origen latino.

En su mundo imaginario en el que iba a recuperar las energías fósiles, y especialmente las de sus amigos petroleros, renegando del Acuerdo de París sobre el Clima, ha conseguido los precios del petróleo más bajos en décadas. Su distopía que iba a hacer a los norteamericanos los más grandes, ha llevado en cuatro semanas a superar el número de parados que se registró en los años de la crisis de 2008. Le han autorizado varios billones más de dólares, de deuda con motivo del coronavirus; y una parte importante la ha dedicado a perseguir a los inmigrantes, aprovechando que ahora no lo pueden parar los jueces. Menos mal que pocos le hicieron caso con su remedio mágico de inyectarse desinfectante o lejía. Regando de millones los estados gobernados por los republicanos, especialmente los que pueden dar la victoria a uno u otro candidato. Apoyando que se levante el confinamiento, sin usar mascarilla, contraviniendo las instrucciones de su propio Gobierno. Mundos paralelos.

En el «Verificador de hechos» del Washington Post el periodista Gleen Kessler califica las declaraciones de los políticos, generalmente en un rango de uno a cuatro Pinochos: uno por afirmaciones engañosas y cuatro por mentiras descaradas. El Washington Post, el pasado 22 de abril, anunció que Kessler y su equipo habían escrito un libro, Donald Trump y su asalto a la verdad: falsedades del presidente, afirmaciones engañosas y mentiras, que se publicará el 2 de junio. «Más que un catálogo de afirmaciones falsas, Donald Trump y su asalto a la verdad es una guía necesaria para comprender los motivos detrás de las falsedades del presidente», proclamaba el anuncio. En la cuarta fase tendremos ocasión, espero y deseo, de decir adiós a Donald Trump, que los norteamericanos lo despachen en noviembre como se merece, que no tengamos ni que recordarle.

En la cuarta fase el coronavirus estará ya controlado, «ha supuesto una amenaza para la salud la seguridad y el bienestar humanos la pandemia de la enfermedad por coronavirus de 2019 (Covid-19), que se ha propagado por todo el mundo, así como los efectos multidimensionales y sin precedentes de la pandemia, incluida la grave disrupción de las sociedades, las economías, el comercio a nivel mundial, y los viajes, y su impacto devastador en los medios de vida de las personas», dice la Asamblea General de la ONU en resolución aprobada el pasado día 20 (A/RES/74/274). «Reconociendo que los pobres y los más vulnerables son los más afectados» y obstaculizará el progreso hacia el logro de los Objetivos del Desarrollo Sostenible, en particular la lucha contra el hambre.

Solicita al Secretario General que, «en estrecha colaboración con la Organización Mundial de la Salud» a la que acaba de quitar la financiación Trump, «determine, recomiende opciones, incluidos enfoques para ampliar rápidamente la fabricación y fortalecer las cadenas de suministro que promuevan y garanticen el acceso justo, transparente, equitativo, eficiente y oportuno a instrumentos preventivos, pruebas de laboratorio, reactivos y materiales de apoyo, suministros médicos esenciales, nuevos diagnósticos, medicamentos y futuras vacunas de la Covid-19 así como su distribución en las mismas condiciones con miras a ponerlo a disposición de todos los que lo necesiten en particular en los países en desarrollo». Se trata de evitar que la vacuna caiga en manos de especuladores innombrables de fases anteriores. Perder de vista a los que pretenden enriquecerse con el coronavirus es otro desencuentro deseable en la cuarta fase.

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