El visto bueno del mando único sanitario al protocolo del CSD para la vuelta a los entrenamientos fue recibido ayer con enorme alivio por el patrón de patrones del fútbol profesional, el presidente de LaLiga Javier Tebas, cuya angustia iba en aumento a medida que se suspenden los campeonatos en otros países europeos y conforme los jugadores de Primera y Segunda en España expresan sus dudas y temores sobre el regreso de la competición. La inercia del colosal negocio en que se ha convertido el fútbol mueve a Tebas contra viento y marea para que la temporada se retome a mediados de junio. Aunque se juegue sin público hasta 2021, el presidente de LaLiga no quiere perder más de 1.000 millones en derechos televisivos. La fuerza del dinero. Ésa es la lógica y la realidad paralela de Tebas. Pero es chocante que mientras LaLiga se afana en comprar test, desinfectar instalaciones y confeccionar calendarios para el retorno, Francia y Holanda ya han suspendido sus campeonatos y en Italia acecha la cancelación. Los dos primeros países tienen menos problemas de contagios que nosotros y el fútbol italiano es equiparable al español en cuanto a la pasión social y las sinergias económicas que genera. Al tiempo, y frente al discurso oficial del cierre de filas para volver a jugar, se oyen a diario voces de jugadores que tienen miedo o ponen en duda el regreso: empezó Fali, del Cádiz, y han seguido esta semana el alicantino Gayà, el sevillista Suso o el valencianista Paulista («Lo primero es la vida y luego está el fútbol; el dinero no lo es todo»). Por su lado, el presidente de la RFEF, Luis Rubiales, también vive en su Matrix particular, el del año electoral en la Federación con Tebas como archienemigo y Casillas como posible candidato alternativo. Investigado por posible falsificación en documento público para tener más apoyos en la asamblea y con un rival de peso en las urnas, Rubiales necesita aliados a toda costa y por eso quiere contentar a todo el mundo con los ascensos y anulación de descensos en Segunda B y en Tercera. Pero conformar a todos es imposible.
