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Opinión

Salud vs economía

Las medidas más drásticas tomadas por los diferentes líderes están pasando una cara factura en una u otra dirección

Cada vez más voces susurran en alto un cambio significativo en la estrategia para combatir la pandemia sin sacrificar de forma irreversible nuestra economía. La estrategia llevada a cabo hasta el momento parece, por fin, empezar a dar sus frutos en la disminución de contagios, pero ¿a qué precio? Casi un millón de ERTEs en apenas unas semanas y unos números casi imposibles de predecir respecto a las pymes que deberán cerrar a causa de la gestión económica del virus.

Con las medidas actuales de confinamiento, afortunadamente se están salvando multitud de vidas en mayor o menor medida, pero ¿cuántas vidas se pueden perder en un futuro con una sanidad pública mal financiada? Muchos todavía sufrimos a día de hoy las listas de espera interminables de los hospitales a causa de los recortes posteriores a la crisis de 2008. Esto no quiere decir que haya que sacrificar vidas de inocentes hoy para salvar las de mañana, esto significa que los gobiernos deben desarrollar todas las medidas posibles para salvar las vidas de hoy y las de mañana sin anteponer las unas a las otras.

¿Confinamiento total indefinido hasta el desarrollo de una vacuna o ausencia total de confinamiento para conseguir rápidamente una inmunidad colectiva? Parece que las medidas más drásticas tomadas por los diferentes líderes están pasando una cara factura en una u otra dirección.

Sobre la mesa de países como Alemania están surgiendo propuestas polémicas como el llamado Pasaporte Inmunológico, por el cual solo podrían hacer vida normal las personas que ya hayan pasado la enfermedad. Esta propuesta está cuestionada por la OMS debido a la ausencia de pruebas de que esta inmunidad sea efectiva. También se el número tan bajo de contagiados en proporción a la población activa de un país, lo que haría potencialmente ineficiente esta estrategia.

Por otro lado, países que hasta ahora están teniendo bajos contagios y fallecidos, ya están abriendo sus economías parcialmente a una velocidad más alta que el resto, como es el caso de Austria, Chequia, Israel o los países escandinavos. Cabe destacar que la OMS también desaconseja está medida y pide que todavía no cese el confinamiento masivo para prevenir una nueva oleada del brote. Esta medida, que desde luego es la mejor para aliviar la economía, puede traer consecuencias graves sobre la salud y los sistemas sanitarios en un futuro no demasiado lejano si un nuevo brote surge con fuerza.

Otra medida que está saliendo a escena, y no menos polémica que el resto, es la del Confinamiento Inteligente o Selectivo. Con este confinamiento inteligente, la gente con menos probabilidad de fallecer por Covid-19 podría hacer vida normal, mientras que la población con más riesgo seguiría manteniendo una cuarentena estricta hasta el desarrollo de medicamentos efectivos o una vacuna. Todo ello controlado por test masivos sumado a intensivas medidas de protección y asistencia en los hogares de la población en riesgo. De esta manera se conseguiría la inmunidad colectiva en relativamente poco tiempo, en torno al 60% de la población en pocos meses, con un aumento drástico en el número de infectados contrapuesto a una disminución significativa en el número de fallecidos. Además de dar una gran protección a la economía, también evitaría la temida saturación de las UCIs, ya que estadísticamente, la población de bajo riesgo, afortunadamente, no suele llegar a las salas de Cuidados Intensivos. Por otro lado, el bajo porcentaje de la población de bajo riesgo que llega a las UCIs, tiene una estancia llamativamente más corta que las personas con edades o patologías de riesgo.

Con la gran mayoría de los científicos de acuerdo con que nos va a tocar convivir por mucho tiempo con este virus, una Organización Mundial de la Salud sin objetivos claros a largo plazo, políticos con mucho que perder, cuestiones éticas a tener muy en cuenta y con un abanico de soluciones solamente teóricas, la única premisa clara que se puede sacar es que sin medidas contra el virus muere gente, pero sin trabajo no hay impuestos, sin impuestos no hay salud pública y sin salud pública también muere gente.

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