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Toni Cabot

Postales del coronavirus

Toni Cabot

No hay mordaza si la sangre hierve

La orden de guardar silencio no sofoca el malestar. Hace unos días, desde un rincón de la Administración, alguien enviaba un mensaje al personal médico que sonaba a amenaza: «La gerencia dice que las declaraciones en medios de comunicación de los trabajadores del departamento pasan por la autorización de la Conselleria». Pero la sangre hierve cuando el despropósito congela y ni se tapa el sol con un dedo ni hay valla para tanto campo.

¿Qué ocurre con los test? La pregunta circula por grupos de WhatsApp, acapara el diálogo entre médicos a modo de denuncia. Esa red social que los conecta a todos, de aquí y de allá, mide el grado de indignación en la primera línea.

«Han prohibido a los laboratorios privados que nos hagan la prueba aunque estemos dispuestos a pagarla nosotros mismos. Y seguimos sin poder hacer el maldito test. Por eso pregunto: ¿Para qué prohíben? Es todo muy oscuro», interviene una médica.

La falta de material de protección en condiciones eleva el nivel de indignación entre el personal sanitario, autodefinido como «ejército sin armas». Solo sus palabras aparecen como lanzas.

«Los chinos tienen equipos buenísimos, buzos que evitan el contacto con el exterior. Nosotros nos vamos apañando con pantallas que nos hace un colegio o una fábrica; batas impermeables que nos regalan, mascarillas que alguien consigue comprar...», se lee en otro mensaje.

«Desde mi hospital nos seguían diciendo hasta hace poco que evitáramos el uso de mascarillas sin ser positivos para no crear alarma. Pero ¡cómo vamos a saber si somos o no positivos sin test!», exclama otro recién incorporado.

«Nos decían que los asintomáticos no contagiaban. No tenemos órdenes claras, nos han llegado a decir una cosa y todo lo contrario el mismo día. El seguimiento telefónico de los pacientes es desesperante, no se les hace test hasta que están fatal. En fin, un desastre horrible. En el Colegio de Médicos están poniendo querellas por la falta de protección», inquiere otro.

«Lo peor de todo es la sensación de abandono y desprotección. Vamos a domicilios sin protección adecuada», añade un médico de un Centro de Salud.

La carencia de recursos para el tratamiento, protocolos de actuación, falta de prevención y diagnóstico y los dichosos test que no cubren la demanda pasean de móvil a móvil en forma de lágrimas.

Alguien apunta directamente al geriátrico de Juan XXIII en Alicante, dependiente de Bienestar Social, y encabeza el mensaje con mayúsculas: 'VERGÜENZA'.

«De 204 residentes solo les han hecho test a 14, dos siguen pendientes, un par ha fallecido en el hospital; otro positivo está ingresado en ese mismo centro. En el geriátrico hay siete positivos. De 103 trabajadores, más 34 de limpieza, únicamente se ha hecho test a menos de 20, de los cuales han dado positivo cuatro auxiliares y una enfermera. ¡Hay que hacer test a los 204 residentes y a los 137 trabajadores!», pide con vehemencia un médico.

«Lo de las residencias de ancianos no tiene nombre. A Mónica Oltra hace tiempo que no la veo. Parece que no va con ella», interviene otro sanitario del grupo.

Mensajes y más mensajes; lamentos y más lamentos imposibles de acallar cuando la paciencia se agota y da paso a la desesperación. No, definitivamente no hay mordaza que valga cuando la sangre hierve.

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