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Toni Cabot

Postales del coronavirus

Toni Cabot

El móvil de Paco sigue sonando

La esquela no refleja el lugar del duelo, ni tampoco la parroquia, ni el día y la hora del funeral. Resultaría inútil, nadie podría acercarse a compartir el triste momento, a ofrecer el abrazo que mitigue el dolor o la palabra que contribuya al consuelo. El teléfono de Paco Sellés, sin embargo, se resiste a cooperar con el silencio impuesto. El timbre del móvil del que fuera histórico director del hotel Don Pancho y pionero del turismo en Benidorm sigue alertando de la entrada de mensajes que pretenden un diálogo imposible. Pero ¡cómo no lo iba a intentar Vicente, uno de sus íntimos amigos, este último domingo siendo el día de San Francisco, su santo! Y como Vicente, tantos otros allegados, clientes, gente relacionada con la actividad turística que sigue tecleando sobre el whatsapp de Paco para conversar como si le tuvieran enfrente, incrédulos de su partida porque no se han podido despedir, porque no han podido estar allí, porque no le han podido ver por última vez.

No, la esquela no reflejaba el lugar, ni la parroquia, ni el día ni la hora para decir adiós a uno de los referentes del Benidorm que se abrió camino a base de esfuerzo. De haberlo hecho, la iglesia parroquial de Finestrat, su pueblo natal, se hubiera quedado pequeña, y la homilía de otro amigo, el párroco, sentida y cercana.

Sellés entra como uno más en esa negra lista que la epidemia ha herido no ya directamente con la guadaña del virus (de hecho él fue víctima del cáncer que le persiguió durante años) sino extendiendo sus macabras garras para aumentar el dolor con una falsa despedida.

A los 77 años y con una incurable enfermedad a cuestas, la muerte puede tocar a la puerta, pero cuesta aceptar que aparezca vetando el cariño cercano. Y así, como tantos otros, se ha ido Paco, uno de los exponentes de la esfera hotelera de Benidorm, miembro destacado de ese grupo que en los años 60 y 70 patearon España para «vender camas» en las agencias de turismo de Madrid, Barcelona, Salamanca, el País Vasco? kilómetros y kilómetros con un maletín a cuestas lleno de folletines que servían como carta de presentación.

Así fue haciendo clientes y forjando amigos el inquieto emprendedor que comenzó muy joven como botones en el hotel El Toro y acabó siendo la mano derecha de Manuel Torrubia en el Don Pancho, establecimiento de referencia, junto al Cimbel, del Benidorm que comenzaba a deslumbrar como ciudad turística, el hotel insignia que alojaba a Julio Iglesias y a Rudolf Nureyev; el hotelero que supo sortear duras etapas de crisis y registró la entrada del primer turista ruso, un joven que hizo fortuna con una fábrica de caramelos tras la apertura de Gorbachov y la llegada de Yeltsin al poder.

Paco Sellés formó junto a Ramón Casases, Javier Ramos, Manolo Franco, Pepe Terrats y Paco Lloret en ese grupo de históricos directores que elevaron el caché de la planta hotelera. Y hace unos días se marchó en silencio, entre un injusto silencio. Por eso su móvil sigue sonando.

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