La llamada «Gripe Española» de 1918 fue una pandemia que se cobró la vida de más de 50 millones de personas. En realidad, tuvo su origen en EEUU, pero como muchos países estaban sumidos en la Primera Guerra Mundial e imperaba la censura de prensa, los gobiernos beligerantes ocultaron la información para no desmoralizar a sus tropas, pese a que el virus estaba diezmando a los soldados. Como España era país neutral, la información sobre la pandemia solo tuvo repercusión en los periódicos españoles, de ahí el nombre. Las autoridades españolas de la época se tomaron a la ligera la gravedad del virus y no adoptaron precauciones, permitiendo bailes y verbenas populares en todo el país, caldo de cultivo para la propagación (¿recuerdan el 8M?) El sistema sanitario quedó desbordado, los médicos muertos no pudieron ser sustituidos y en algunas ciudades se acabaron los ataúdes. La pandemia se llevó la vida de cerca de 200.000 personas en España. Hablamos de 1918, una España pobre y analfabeta. Las autoridades de entonces nuca pidieron perdón. Seguimos.

El 26 de abril de 1986 se produjo en Chernóbil, antigua Unión Soviética, el accidente nuclear más letal de toda la historia. Las autoridades comunistas minimizaron la catástrofe y ocultaron deliberadamente información no solo a sus ciudadanos, sino al resto del mundo. Cuando las evidencias ya no podían encubrir por más tiempo la magnitud de la catástrofe, el 14 de mayo -18 días más tarde- Mijaíl Gorbachov, secretario general del Partido Comunista, dirigió un mensaje reconociendo la gravedad del accidente. Todavía hoy no se conoce con exactitud el total de víctimas que causó el desastre nuclear, tanto directas como relacionadas, pero cualquier estimación no baja del millón de personas. El comunismo soviético nunca pidió perdón. Recapaciten. ¿Ya? Seguimos.

Pese a la intencionada confusión y oscuridad de las autoridades comunistas chinas sobre información del COVID-19, hoy se puede señalar el mes de noviembre de 2019 como fecha del primer contagiado. China presionó a la OMS, ocultó deliberadamente información a sus ciudadanos y a la opinión pública internacional, minimizó la peligrosidad del virus y, tras falsear sus verdaderas cifras de muertos y contagiados, hoy se erige en salvadora del mundo y ejemplo a seguir frente a la pandemia. Ni han pedido perdón ni han expresado la más mínima autocrítica. ¿Se habrían salvado más vidas, se podrían haber tomado mejores medidas de haber informado las autoridades comunistas chinas puntualmente, con rigor? Reflexionen. ¿Ya? Seguimos.

España es el país con más número de contagiados del mundo por población. Este dato debería hacernos reflexionar muy seriamente sobre qué se ha hecho tan mal respecto de los demás países. Poseer ese siniestro récord debe hacernos meditar muy seriamente sobre si ante la crisis han estado nuestro Gobierno y nuestros expertos a la altura de este gigantesco drama. España es el país del mundos con más contagiados entre el personal sanitario. Este espeluznante dato debería hacernos reflexionar muy seriamente sobre qué ha hecho peor este Gobierno respecto de otros países para ostentar ese aterrador record. ¿Solo los recortes en sanidad? ¿El resto de países no hizo recortes? España tiene 9,7 camas UCI por cada 100.000 habitantes, Italia 12,5, Francia 11,6 y Reino Unido 6,6. Si tenemos en cuenta que el PIB de esos países es más del doble del español, ¿son cifras tan alejadas de las de su entorno para justificar los dos récords anteriores? Alemania viene haciendo 160.000 test de coronavirus a la semana, mientras que en España no se han hecho porque no tenemos test y los que se compraron fueron los del tocomocho chino. Una de las últimas valoraciones sobre la sanidad, la del Foro Económico Mundial, daba a España de las mejores calificaciones del mundo. Y ahora, tras el brutal embiste de la pandemia, la sanidad española ha resistido. Entonces, ¿qué ha pasado para ostentar esos siniestros records? ¿Solo los recortes? Analicen. ¿Ya? Seguimos.

¿Les suena a ustedes dos leer en el periódico, escuchar en radio o ver en televisión avisos sobre alertas por gota fría, temporales marítimos; recomendaciones de precaución ante masivas salidas de vehículos en vacaciones o frente a graves fenómenos naturales? ¿Esas medidas de alerta consiguen por sí mismas que la gota fría, los accidentes de tráfico o el temporal no se produzcan? ¿Las advertencias, las llamadas a la precaución, los sistemas de alertan consiguen que el fenómeno desaparezca? No. Entonces, ¿por qué se hacen? Entre otras muchas razones para minimizar en lo posible las consecuencias de esos desastres inevitables. ¿Por qué se da cada vez más importancia a las medidas preventivas, a la concienciación ciudadana, a la información, si todavía no se ha producido el accidente? Piensen. ¿Ya? Seguimos.

Con un Parlamento casi secuestrado, una anomalía democrática tan inquietante que hace chirriar a Felipe González y El País; con la ciudadanía encerrada; con televisiones agradecidas, adocenadas con el poder merced a 15 millones de euros de regalo; con ruedas de prensa amordazadas y dirigidas por el Gobierno que deberían avergonzar al periodismo; con la Generalitat de Cataluña -guiños de socio de gobierno- despreciando la salud de sus ciudadanos al boicotear hospitales de campaña porque los han montado el Ejército y la Guardia Civil (¿dónde está aquí el mando único?); con cifras de muertos e infectados que no se corresponden en absoluto con la realidad; con todo ello, relato el fracaso de una sociedad que ha tenido que sacrificar a muchos de sus mayores sin poder atenderlos derivándolos a la muerte. «En un sueño, silenciosamente, se le había acercado, con su cuerpo consumido, en la suelta mortaja parda, oliendo a cera y palo de rosa: su aliento, inclinado sobre él con mudas palabras secretas, tenía un leve olor a cenizas mojadas» (Joyce, Ulises). Paz, piedad y perdón, pedía Azaña. «Este Gobierno no tiene que arrepentirse de nada», dijo Marlaska. A más ver.