Una de las cuestiones a las que nos tendremos que enfrentar cuando vuelva la normalidad será la atención a los problemas de salud mental como consecuencias de la crisis del Covid-19. La prestigiosa revista The Lancet ha publicado una serie de estudios que indican que la pandemia tendrá consecuencias psicológicas que aparecerán en la población y que van a requerir intervención psicológica.

Este efecto será el que más tardará en aparecer, pero a la vez el que más se alargará en el tiempo. Si bien estos problemas afectarán a toda la población, los niños y adolescentes son una población especialmente vulnerable a la hora de desarrollar diferentes problemas psicológicos.

Consecuencias del confinamiento

La situación provocada por el Covid-19 puede ser el disparador del surgimiento de problemas de ansiedad en niños y adolescentes con una vulnerabilidad previa. El miedo a contagiarse puede producir evitación a ciertos lugares, y las preocupaciones excesivas sobre la salud pueden limitar el funcionamiento de los niños y adolescentes cuando pase la pandemia. Tras una ausencia prolongada a la escuela como esta, podrían repuntar los casos de rechazo escolar. Por otro lado, la incertidumbre sobre las pruebas PAU o el retraso académico generado este año puede dar lugar a ataques de ansiedad o crisis de angustia en adolescentes, que de cronificarse, podrían convertirse en trastornos de pánico o agorafobia.

Proceso de duelo

Muchas familias van a sufrir pérdidas de seres queridos y duelos complicados al no haber podido acompañar a sus familiares en un entierro o ceremonia fúnebre. Los niños de ciertas edades no son capaces de elaborar ese duelo al no disponer todavía de pensamiento abstracto y entender lo que supone la muerte, un proceso que no tiene vuelta atrás y que supone no ver nunca más a la persona fallecida. Habrá que estar pendiente de los niños que hayan perdido a familiares muy cercanos para cerciorarnos de que han elaborado adecuadamente el duelo.

Conductas adictivas

Por último, el confinamiento y los altos niveles de angustia pueden propiciar un incremento de las conductas adictivas y del uso problemático de las nuevas tecnologías. En adolescentes ya consumidores, la vuelta a la normalidad puede hacer que realicen un consumo excesivo compensatorio al tiempo de abstinencia; otros adolescentes puede que recurran a las sustancias bien con una función de evitación de las emociones negativas, bien como una vía de experimentar nuevas sensaciones.

En el caso de las nuevas tecnologías, el uso de estos dispositivos ha aumentado drásticamente durante la cuarentena y será un reto el volver a regular los hábitos y horarios de los menores, así como las normas de uso del teléfono móvil, videoconsola y tablet.

Sentirse mal en una situación como la que estamos viviendo es normal y no significa necesariamente la presencia de ningún problema, de hecho 9 de cada 10 personas volveremos a nuestra vida normal sin secuelas psicológicas. Sin embargo, habrá que estar muy pendientes de ese 10 por ciento de personas que desarrollará problemas psicológicos como consecuencia del Covid-19 y a las que tendremos que atender los profesionales de la salud mental.

Las madres y padres deberemos estar alertas, sin patologizar, pero también sin dejar pasar diferentes señales que puedan indicar problemas, ya que la no intervención en un problema psicológico en niños y adolescentes puede hacer que se cronifique y que se arrastre hasta etapas posteriores.

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