Es duro llevar tres semanas sin poder salir a la calle ni abrazar a tus seres queridos. Pero es más duro no saber si este mes vas a tener trabajo y podrás cubrir tus necesidades básicas, o si tu empresa sobrevivirá, o por el contrario perderás de un plumazo todo lo que has construido en años (a veces generaciones) de trabajo y esfuerzo... Pero más duro todavía es enfermar con el coronavirus y sentir tu vida en peligro. Y lo más duro de todo es que fallezca un ser querido y no puedas acompañarle, besarle en sus últimos momentos, ni despedirte, ni velarle en su adiós. Esto es algo que nos parte el corazón.

Esta pandemia mundial está, a un alto precio, poniendo sobre la mesa el orden de importancia de las cuestiones vitales de nuestra existencia.

Desgraciadamente respecto a la última realidad no hay remedio, y esa tristeza nos acompañará siempre. No podemos retroceder en el tiempo para prever y prevenir la muerte de los que han fallecido, pero habrá tiempo y obligación de analizarlo pausadamente y pedir responsabilidades, si las hubiera. Y tener claro todos cuáles son las cuestiones prioritarias a las que debemos exigir que se destine el esfuerzo y nuestro dinero y exigir unión y sentido de estado, pues esa cohesión va a ser más importante que nunca.

Ahora es momento únicamente de minimizar las consecuencias de la situación actual y en el sentido de la salud, debemos agradecer a un personal sanitario totalmente entregado, que ha demostrado una profesionalidad y vocación admirables, jugándose su propia salud, por la ausencia del material de protección básico, al igual que los cuerpos de seguridad y las personas que han asegurado nuestros aprovisionamientos básicos. El aplauso sentido de toda la comunidad cada día a las 8 de la tarde se queda corto para agradecer su implicación. Ellos sí están dando la talla. Y son nuestros héroes, como lo están siendo los asesores y gestores laborales y económicos, que con unos plazos inalcanzables y con la injusta amenaza inicial de sanciones por el incumplimiento de ese plazo han tenido que, primero interpretar unas normas ininteligibles y continuamente modificadas y luego, trabajando sin descanso en jornadas interminables, intentar aplicarlo sin errores a todos sus clientes. Ellos también son nuestros héroes.

Como empleadora y presidenta de la Asociación de la Empresa Familiar de la Provincia de Alicante debo hablar de la parte económica. Como he dicho, soy de los que piensan que la prioridad indiscutible es la defensa de la salud de los ciudadanos con todos los medios posibles, pero creo que eso es absolutamente y además necesariamente compatible con la defensa de nuestro aparato productivo, sin escatimar esfuerzos. Sólo así podremos evitar un desastre socioeconómico cargado de situaciones de pobreza y angustia.

Para ello debemos defender a todo nuestro tejido económico (empresas de todos los tamaños y autónomos) para promover ese círculo prodigioso: empresa, empleo, consumo, calidad de vida, estado del bienestar? y vuelta a empezar.

Ahora es vital asegurar la viabilidad de las empresas, porque en el futuro, para que todo salga adelante y la recuperación se produzca, el origen de los fondos deberá surgir de las empresas, que son el instrumento que existe en una sociedad libre para el desarrollo posterior de nuestras actividades vitales, y como no, en mi caso, referirme a ese conjunto de empresas que sostienen ese entramado de nuestra economía, las empresas familiares, que suponen el 92% del número de empresas de nuestra provincia. Ellos van a ser nuestros próximos héroes.

Aplaudo cualquier medida que ayude a que las empresas y autónomos sobrevivan en este periodo que vamos a vivir tan difícil, derivado de una crisis mundial, y que va a requerir compromiso, esfuerzo y sacrificio por parte de todos.

Tristemente, ahora se torna evidente que al fallecimiento de la generación propietaria o fundadora de la empresa familiar (momento triste, ahora más que nunca), no hay que poner más dificultades fiscales para la continuidad de la empresa. Por eso, e incluso ahora, debemos reivindicar la ayuda para que en ese momento el impuesto de sucesiones no suponga una traba más para la continuidad de las empresas y por tanto del empleo que generan. Quizás esta situación tan dramática que estamos viviendo, abra los ojos, para que esto, por fin, y a nivel de todas la Comunidades Autónomas, se tenga meridianamente claro.

Sin duda, éste es el mayor reto al que se ha tenido que enfrentar nuestra generación. Y la colaboración pública/ privada (autoridades/ ciudadanos) es absolutamente fundamental en esta ocasión. Pero visto desde un cambio de paradigma fundamental.

La historia (con la claridad que ofrece la perspectiva del tiempo) nos enseña que, tras un cisma de las características del actual, algo debe cambiar de forma contundente (recuérdese las consecuencias de la terrible peste negra que posteriormente dio paso al Renacimiento, momento de mayor avance de la Historia).

Observo un hándicap a la hora de la necesaria actuación de las autoridades en este problema. Creo que nuestros políticos actuales a nivel nacional, en su inmensa mayoría, no han trabajado ni han tenido ningún contacto real con la empresa (privada, se entiende) y con la responsabilidad que ello conlleva (como directivos, como gestores o como propietarios). Pienso que eso les aleja de la realidad, no sólo de sus aspectos prácticos (a la hora de contemplar los procedimientos y consecuencias de cada norma) sino también del cambio humanista que conlleva el siglo XXI en la concepción de las empresas. Por eso deben contar con los agentes sociales para poder buscar la solución.

Nuestras empresas son mayoritariamente familiares (principalmente pequeñas, pero también grandes con los mismos valores) y nuestro trabajo está dirigido hacia toda la organización, todos unidos en pro del beneficio común. Hay que dejar ya de tratar a la empresa como dos unidades separadas: capital y proletariado, que son conceptos afortunadamente ya desfasados. La nueva tendencia en las empresas es pensar colectivamente en que cada persona del grupo humano es un pequeño empresario, cada uno es responsable de su esfuerzo para compartir entre todos el resultado, pero desde la conciencia real de diferentes tareas, responsabilidades, riesgos, implicación, sacrificio, etcétera, esa es la realidad de la mayor parte de las empresas.

La situación va a ser muy dura, ni siquiera sabemos a qué nos enfrentamos, la incertidumbre es total, pero hay una cosa clara: debemos actuar con templanza, con prudencia, pero con determinación, dándolo todo, porque de esta situación sólo saldremos si todos unidos ponemos todo nuestro empeño, todo nuestro sacrificio y todo nuestro esfuerzo, U - N - I - D - O - S para vencer al virus y sus consecuencias. Y también debe servirnos para valorar más el hecho de lo afortunados que somos por salir a la calle, tomar nuestro maravilloso sol, unirnos en terrazas, restaurantes y hoteles, para compartir más en directo y en persona, dejando la tecnología para relacionarnos cuando no podamos hacerlo directamente. También para valorar nuestros trabajos, para valorar a nuestros compañeros y sentir la alegría de ir a la oficina, a la fábrica, a la clínica, en coche, andando, disfrutando de la naturaleza que nos rodea, de la ciudad, pudiendo abrazar a nuestros compañeros, darles un beso el día de su cumpleaños, reforzar todas esas cuestiones. Y eso es compatible con haber visto en este periodo todas nuestras carencias tecnológicas y superarlas para ser más productivos, teniendo más calidad de vida y optando a la posibilidad de trabajar desde casa en determinadas ocasiones.

Como mensaje final, recuerdo una frase que hace muchos años me marcó: «en esta vida, hay personas que deciden ser problema y otras que deciden ser parte de la solución. Tú decides».

Conozco muchas que ya han decidido ser parte de la solución: las que están trabajando siguiendo su responsabilidad y vocación (sanitarios, científicos, fuerzas de seguridad, asesorías y gestorías, multitud de personas que seguimos al pie de nuestras responsabilidades), las grandes personas como Amancio Ortega, Juan Roig, Vicente García, Patricia Botín y muchos otros más modestos, pero igualmente importantes, que se han puesto a trabajar para favorecer la salida de todos de esta grave situación y muchas personas anónimas que desde sus empresas están luchando a brazo partido con sus compañeros y colaboradores para que después de la grave situación que estamos viviendo, la réplica económica no sea igualmente descorazonadora. Y mientras tanto, fieles a nuestros valores, no nos dejemos manipular, por nada ni por nadie.