Escribo este suelto en una soleada mañana de Domingo de Ramos, y no sólo en lo climatológico, sino en la certeza primaveral de que nuestros sacrificios individuales rendidos al obligado confinamiento, han empezado a doblegar a la enfermedad merced al sacrificio colectivo de muchos sectores que están aún pagando un plus adicional. Si la sociedad civil está en deuda con todos nuestros mayores y sus familiares que no han podido acompañarles en el tránsito hacia la muerte y sin poder enterrarles entre deudos y amigos, no lo está menos con el personal de nuestro sistema sanitario, que con sus contagios, más de 19.400, sus muertos por estar en sus puestos de trabajo, el breve acompañamiento cogiendo manos, a modo de despedida en nombre de los suyos, el estrés postraumático que muchos ya están sufriendo y que se acelerará cuando todo esto termine y tengan tiempo de reflexionar sobre lo que han vivido, seguro que nadie lamentará haber sido infantería de primera línea y reforzarán su juramento hipocrático personal, galenos/as, enfermeros/as, personal auxiliar, todos los que allí han estado, sin más descanso que el que sus cuerpos les exigía cuando ya estaban exhaustos, física y mentalmente, para retornar en pocas horas a ayudar a los demás. Incluyo en lo anterior al personal de las morgues de residencia de ancianos.

Las Fuerzas de Seguridad del Estado, todas ellas, Policía Nacional, Guardia Civil, Policías Locales, Ertzaintza, Mossos d'Esquadra, Ejército, con su UME a la cabeza, Legión, junto con todas sus unidades especializadas, también han pagado el coste adicional de estar en las calles, con mayores riesgos de contagio, de los que algunos no han salido indemnes.

Si rastrean sus memorias cercanas del último mes, coincidirán conmigo que, en términos generales, apenas ha existido desabastecimiento de productos de primera necesidad, fuera de papel higiénico, mascarillas, hidrogeles y poco más, bueno sí, levadura y harinas varias para los cocinitas como yo y demás aspirantes a Master Chef, y productos sin gluten. Y esto, que parece un milagro, no lo es, se debe a otros agentes anónimos, que, desde el inicio del decreto de alarma, han contribuido de forma más que significativa a que desde los centros de producción primaria de alimentos y otros productos necesarios, hayan sido transportados a los mercas de toda España, para que, a las 4 de la mañana, se distribuyan a mayoristas, que los entregan a grandes centros comerciales, mercados y supermercados, donde empleados, también sometidos a un mayor riesgo por el trato con personas, ponen, a disposición de la ciudadanía todo lo necesario para sobrevivir sin apenas carencias.

No nos olvidemos, agricultores, mano de obra recolectora, transportistas, restauradores que prestan servicios alimenticios a los camioneros y un lugar donde descansar y ducharse antes de coger el volante otra vez, personal de mercas, cajeras, reponedores, personal de empresas de seguridad, autónomos de entregas a domicilio, y un largo etcétera, están haciendo posible que para la inmensa mayoría de la población, nuestro aburrimiento o creatividad se atenúe o se incremente respectivamente.

También hay que recordar a las farmacias, riesgo doble añadido, contacto con posibles enfermos y posibles víctimas de atracos al ser de los pocos establecimientos abiertos, los que prestan servicios en la cadena de producción y distribución de bienes, servicios, tecnología sanitaria, material médico, equipos de protección, equipamiento sanitario y hospitalario, los que prestan servicios en Instituciones Penitenciarias, de protección civil, salvamento marítimo, salvamento y prevención y extinción de incendios, seguridad de minas, los de centros, servicios y establecimientos de atención sanitaria a animales, los puntos de venta de prensa y medios de comunicación o agencias de noticias de titularidad pública y privada, las de empresas de servicios financieros que parece no están dando la espalda como hicieron en 2008, los que prestan servicios relacionados con la protección y atención de víctimas de violencia de género, los que trabajan como abogados, procuradores, graduados sociales, traductores, intérpretes y psicólogos, despachos y asesorías legales, gestorías administrativas (recuerden que no se ha suspendido el pago de impuestos el 20 de abril ), los que prestan servicios de limpieza, mantenimiento, reparación de averías urgentes, y cómo no, los que trabajan en la distribución y entrega de productos adquiridos en el comercio por internet ( ya ni llaman al timbre, ni te lo entregan en mano, ni firmas con el dedo, te lo envían por el ascensor y no hay contacto físico ).

Desde el primer momento de la prisión en la jaula de oro, he pasado todos los días a través de un grupo de whatsapp a mis compañeros de teletrabajo unas estadísticas de la información oficial del Ministerio de Sanidad ( ya lo sé, sin comentarios ) para mostrarles la evolución de esta nueva peste. Hasta hoy, que les he transmitido que no hacían falta más cuadros ni gráficos, que aunque no terminada, la guerra estaba ganada gracias a todos los españoles. Pero me queda aún por decir que si no hubiera sido por la prensa, fundamentalmente INFORMACIÓN y El País, en los que resumo el valor de este gremio, el 95% de todos sus trabajadores en sus casas, habríamos carecido de información independiente, a todos ellos, también mis aplausos.

Todos, sin excepción, los que aparecen en este artículo, son héroes incógnitos que colaboran a que esta epidemia que nos sigue asolando, nos enseñe muchas cosas. A pesar del título sobre los políticos, ni hoy es el día de hablar de ellos, y menos de Europa, hoy toca homenajear a los habitantes de este país solidario, y a los que donan dinero o material sanitario, a los que se han puesto a hacer mascarillas, hidrogeles y respiradores, a los investigadores que tampoco duermen; hay tantos, que se expanden a mayor velocidad que el virus y que harán una España mejor.

PD: Una amiga de mi hijo, Lucía, que está preparando una oposición, me traslada que, siendo sincera, con 27 años que tengo, nunca me hubiese enorgullecido decir que soy española, sinceramente, ni fu ni fa. Y seguramente si se le preguntase a la mayoría de jóvenes de este país (sin contar con aquellos que han nacido con el Toro de Osborne y la gitana encima del televisor) creo que todos coincidiríamos en ello, el sentimiento de la patria creo que se quedó un poco atrás..., pero esto que está sucediendo, ha hecho que encuentre un buen motivo para enorgullecerme de este país, y de la maravillosa comunidad en la que vivimos. Este es un mundo lleno de egoísmo por desgracia, pensamiento individualista, pero no nos damos cuenta de que funcionamos en comunidad. Cuánto tenemos que aprender de las hormigas.

Se han visto delfines cerca de la playa de Benidorm, no hay contaminación, apenas muertes en las carreteras, y con la violencia de género como si nada pasara. ¿Aprenderán los políticos?