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Toni Cabot

Postales del coronavirus

Toni Cabot

Más historia para el Carlton y el Samper

Es domingo, suena el móvil y aparece en la pantalla el nombre de Cristóbal, propietario de autocares Valdés. Me cuenta que se ha detenido en la página 6 de la edición impresa del periódico para profundizar en la lectura de una entrevista a María, enfermera alicantina que confiesa su miedo a contagiar a su familia al llegar a casa. Porta a todas horas la mascarilla para protegerse y para proteger a los demás en el hospital donde trabaja. Y también en su hogar, donde sus dos niños pequeños continúan sin entender por qué ya no hay abrazos. La sanitaria va más allá exponiendo su preocupación. Desvela que, al igual que ella, otros compañeros que lo están pasando mal preferirían quedarse en otro lugar dado el pánico que produce correr el peligro de contagiar a los tuyos. Cristóbal ha leído las reflexiones de la enfermera y me pregunta qué debe hacer para ofrecer un apartamento de su propiedad en los Arenales del Sol a María o a cualquier otro miembro del cuerpo médico que desee aislar su descanso.

El gesto de Cristóbal merece ser valorado. A partir de ahora van a hacer falta muchos como esos. O albergues, hoteles y polideportivos, no solo para el personal sanitario sino también para enfermos y asintomáticos, según se desprende de las intenciones del Ejecutivo, que ya ha pedido a las Comunidades Autónomas que elaboren un listado de infraestructuras públicas y privadas para acoger a las personas que requieran ser aisladas.

A todo esto, recibo otra llamada. En esta ocasión es Jaume Llorca, vilero de pro. La lectura del periódico le ha invitado a la reflexión y se le ha encendido una luz: ¿Alguien ha caído en tener en cuenta la Residencia Jorge Juan para acoger al personal que necesita aislarse?

La residencia Jorge Juan funciona desde hace años como hotel para titulares y beneficiarios del Instituto Social de las Fuerzas Armadas (ISFAS). Más conocido como «antiguo hotel Carlton» entre los alicantinos que peinan canas, o como «hotel Samper» para los que suman unos cuantos años más, el edificio luce blanco y radiante en una privilegiada esquina que pisa suelo de la Rambla y de la Explanada. Cuenta con 119 habitaciones. Nació como pensión Samper en los años 30, adoptó tal denominación por la familia propietaria, con gran arraigo en Alicante, que le bautizó con su apellido -entre ellos su último gestor, Manuel Samper, suegro del torero José Mari Manzanares- hasta que a principios de los años 50 pasó a manos de la cadena Carlton. Con una y otra denominación, hospedando a los personajes más relevantes de la época, el Samper y el Carlton lucieron con un hotel emblemático que contribuyó notablemente a la riqueza y a la historia de la ciudad. Décadas después, el establecimiento puede tener otra ocasión para dar más lustre a su historial con un nuevo y excepcional servicio a la sociedad alicantina.

Carlos Dupuy, comandante de la Marina y subdelegado de Defensa jubilado, sale al paso y me recuerda que, al igual que el Carlton, el ISFAS también adquirió la propiedad de una parte de Ciudad Patricia, complejo hotelero que se levantó en la zona de Sierra Helada, en Benidorm, y que podría entrar en el lote para el fin sanitario que nos ocupa dado su vínculo estatal. Siguen apareciendo gestos y más gestos como el de Cristóbal Valdés, como la compañía de alquiler de coches que puso sus vehículos a disposición del personal sanitario o la larga lista de hoteles de la provincia que también han quedado al servicio de Sanidad. El personal continúa aportando ideas, que van cayendo a modo de goteo incesante, tejiendo ese manto de solidaridad que nos enorgullece y sorprende a la OMS. Falta camino por recorrer, cierto, pero hay voluntad para cubrirlo.

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