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Toni Cabot

Postales del coronavirus

Toni Cabot

Aplausos pendientes

No hacen ruido, casi nadie se acuerda de ellos, apenas se les ve. Y, sin embargo, se mueven. Si no fuera así, el caos se multiplicaría de manera exponencial. Son los otros héroes, esos personajes anónimos que no han escuchado todavía los aplausos que merecen. Todos tenemos claro que la primera línea de batalla está ocupada por el frente sanitario (personal médico, mantenimiento, limpieza y demás tareas que sostienen con firmeza el pulso activo de cualquier centro hospitalario) y por las Fuerzas de Seguridad. Pero tanto estos como los que permanecemos en casa precisamos de otros servicios de vital importancia para seguir en pie durante la tensa espera, para evitar que el confinamiento se convierta en una desbocada tortura. Es decir, para que una gran parte de la población permanezca recluida sin salir de su casa, otra más pequeña no puede entrar. Por esos derroteros se desenvuelve un valioso grupo de profesionales con una carga al hombro. En esa lista están los que hacen que funcione el suministro del agua, el elemento más necesario en esta guerra bacteriológica; también los que asumen la recogida de basuras, los que tienen que situarse frente al volante para transportar alimentos y productos de primera necesidad y no olvido a todos aquellos que vigilan el sistema de telecomunicaciones, vitales en estos tiempos de reclusión forzosa. Ejemplos y más ejemplos de profesionalidad ofrecidos por las empresas que prestan estos servicios indispensables que hay que valorar como merecen.

Subrayo esto último porque en momentos como estos valoro más que nunca abrir el grifo y tener agua, aún más al conocer que la empresa que me la ofrece, Hidraqua, solo puede disponer de un cuarenta por cien de su plantilla para acometer el servicio. Doblo el espinazo a modo de reverencia hacia sus empleados, esos que ya ocuparon trincheras de primera fila para hacer frente a la DANA de septiembre y ahora mantienen la guardia alta con un plantel mermado -aunque organizado para el relevo- cavando zanjas para reparar averías, limpiando alcantarillado y vigilando la salubridad del agua de las depuradoras.

A todos ellos, mis respetos.

Hoy también me vienen a la mente los artífices de la cadena agroalimentaria que acaba en las estanterías de nuestros mercados y supermercados; las cajeras y cajeros de esas tiendas que deben lidiar con el malhumor generado en el enrarecido ambiente; saludo con reverencia a los gestores de las grandes cadenas por donar parte de sus productos al Banco de Alimentos y a la Cruz Roja; a los vigilantes de seguridad que mantienen el necesario orden; a los fruteros, carniceros y tenderos de barrio, que han tenido que reinventarse con móviles y WhatsApp para vender y trasladar lo vendido casa por casa; a responsables de entidades financieras que abren vías para propiciar respiros.

A todos ellos, mi consideración más profunda.

Y, cómo no, a los que se encargan de la limpieza de nuestros pueblos y ciudades, recogiendo la basura que estos días vemos multiplicada al estar todo el día en casa. Gracias, gracias y gracias por impedir que el Covid-19 no sea el único virus que nos ocupe y preocupe.

A todos ellos, veneración sincera.

Permítanme, por último, que haga un cariñoso guiño hacia los quiosqueros. Gracias a ellos miles de personas -que siguen necesitando el papel de este periódico como producto de primera necesidad para mantenerse informados- cumplen con su deseo.

A estos y a los otros, a todos, mi reconocimiento y mi emocionado aplauso. Si todavía no lo habían escuchado, empiezo desde aquí.

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