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¿Para qué un Mando único?

Cuando arrancó esta alerta sanitaria del coronavirus, se extendió una visión generalizada entre analistas políticos que apuntaba a una salida de esta crisis con un refuerzo de las estructuras más clásicas del Estado. Un modelo recentralizador que acabaría acumulando una gran porción del poder a través del Gobierno de España. Caminaba en esa línea la decisión de Pedro Sánchez de proclamarse como mando único de la emergencia. Un movimiento que suponía el primer gran repliegue durante la etapa democrática del sistema de descentralización territorial surgido de la Constitución de 1978. El punto de partida sugería que ese mando único facilitaría una gestión más efectiva de las respuestas frente al virus que adoptando una estrategia diferente en cada autonomía, administraciones que, cabe recordarlo, son las que tienen cedidas las competencias de Sanidad y el grueso de las políticas sociales. Pero ha ocurrido todo lo contrario a lo previsto. Cuando superemos esta emergencia, al margen de poner todos los recursos necesarios para cuadrar una recuperación económica lo más rápida posible, aquellos que van a salir mejor parados, con alguna salvedad, son la inmensa mayoría de gobiernos autonómicos. Han sido más efectivos a la hora de adoptar medidas económicas con mayor claridad que el Gobierno de España, iniciativas sociales adaptadas a cada realidad o de garantizar con más solvencia, excepción hecha de la comunidad de Madrid, el abastecimiento a centros sanitarios.

Hace unos meses, un informe del Fondo Monetario Internacional ya ponía en valor los modelos con gobiernos descentralizados de corte federal o, como en España, de ejecutivos autonómicos. Y ayer mismo el presidente de la patronal autonómica, Salvador Navarro, daba de pleno en el clavo. «Las autonomías están siendo mucho más eficaces que el propio Gobierno a la hora de abordar el problema de la pandemia y de lograr, por ejemplo, los equipos que necesitan los profesionales. Hay gente que se pregunta para qué sirven las autonomías. Y yo haría la pregunta al revés: ¿para qué sirve este gobierno en este momento? En el caso de los equipos de protección nosotros (por la Comunidad Valenciana) hemos sido capaces de abrir vías directas con China con proveedores que el Gobierno no ha logrado. Es para pensarlo», declaraba en una entrevista concedida al periodista Salvador Enguix en la edición digital de La Vanguardia en Valencia.

Y añado, además, a esa acertada reflexión del máximo responsable de los empresarios valencianos. ¿Cómo puede asumir el mando único un ministerio como el de Sanidad que lleva décadas convertido en un cascarón vacío sin competencias? ¿Cómo puede asumir, insisto, ese ministerio la compra de material sanitario si lleva años y años sin adquirir ni una bata ni una botella de agua oxigenada? ¿Cómo podía saber ese ministerio las necesidades reales de cada rincón de España si son las autonomías las que gestionan la Sanidad y conocen las necesidades de cada uno de sus sistemas? ¿Para qué servía entonces ese mando único? Sin la Generalitat Valenciana comprando en China, nuestros sanitarios todavía estarían peor. La labor pública requiere de empatía con el territorio que gestionas y de cercanía con tus ciudadanos. Esta crisis también abrirá un debate sobre la eficiencia de cada estructura de gobierno y su futuro. Pero queda claro que recentralizar, desde luego, no es la solución.

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