Se hace complicado articular palabras para describir la complicada situación que estamos viviendo a nivel mundial y, en particular, en nuestro país. Estamos ante una situación inédita para la inmensa mayoría de nosotros, en el resto de comunidades y, en definitiva, en el mundo occidental desde las grandes guerras.

Es cierto que aquí nadie va a la guerra. No vamos con armas, ni con explosivos. No vamos con metralletas, ni con granadas, ni tanques ni aviones, ni misiles nucleares. Vamos con nuestro sentido de la responsabilidad, con la esperanza de que, lo antes posible, esto haya pasado. Y por supuesto, con nuestro deseo de que por el camino se nos quede el menor número de personas posible. A esta contienda vamos con nuestros héroes, los sanitarios y sanitarias, nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, y todos los profesionales de diferente índole que siguen en la brecha para bloquear al virus y ayudarnos a sobrevivir.

Desde este punto de partida, que nace desde lo más profundo de nuestro corazón y razón, y que anhela que este maldito virus no acabe con la vida de más personas, es desde el que tenemos que trabajar.

Sobre estas bases contemplamos, en nuestro caso, nuestro activismo político: desde el trabajo por los demás, el compromiso con toda una sociedad que quiere vivir su vida, que quiere poder seguir desarrollando sus proyectos, que quiere amar, que quiere abrazar, que quiere hablar con amigos, jugar al fútbol, ir al teatro, sentarse en un banco a dar de comer a las palomas, correr por la ladera del río, o ver cómo sus hijos se lanzan por el tobogán del parque. Y mantener sus trabajos, por supuesto. Para eso ponemos encima de la mesa nuestro activismo político.

Y en un momento así, reivindicamos la unidad de acción. Reivindicamos la confianza en nuestras administraciones públicas, con sus aciertos y errores. En las instituciones europeas, en el Gobierno de España, en la Generalitat Valenciana, nuestra Diputación, los ayuntamientos? Reivindicamos nuestro derecho a pensar que todos estamos poniendo lo mejor de nosotros mismos para que esto termine pronto y podamos recuperar el desarrollo y el progreso de nuestras sociedades.

Reivindicamos, y promulgamos nuestro máximo respeto y respaldo a la sanidad pública, una sanidad que en cierto modo ha tenido que ser rescatada, para que ahora nos rescate a nosotros. Una sanidad pública que, sin duda alguna, tenemos que seguir fortaleciendo, para afrontar esta crisis del Covid-19 y, también, para que podamos estar preparados ante posibles, y no descartables, retos de diferente índole que nos puede deparar el futuro en el plano sanitario.

Y queremos terminar haciendo una reflexión desde el balcón que nos abre este periódico: hacemos un llamamiento para apartar de nuestro día a día, de nuestros móviles, de nuestras redes sociales, la lucha política, en algunos casos despiadada, que algunos núcleos de poder quieren inocular en el seno de nuestra sociedad. No vamos a acabar con este virus revolcándonos en el fango de la lucha ideológica. Y gran error estará cometiendo quien quiera sentar las bases de su liderazgo político a nivel personal poniendo por encima del compromiso con los ciudadanos la crítica y el ataque constante a quienes están gestionando desde sus competencias la gestión de esta crisis. No tengan ninguna duda, no serán los agraciados por el reconocimiento de la sociedad.

Serán agraciados quienes mantengan una constante responsabilidad para acabar lo antes posible con esta crisis, y gestionar las consecuencias a nivel social y económico que nos tocará gestionar. Pese a los errores, razonables en quien todos los días tiene que estar lanzando penaltis cruciales. Con esperanza, con empatía.

Ahora y siempre, de esto saldremos juntos.