En esos primeros minutos de cada día al despertar seguro que a muchos de ustedes se les habrá cruzado por la cabeza la situación de incredulidad y han pensado: «Esto no puede estar pasando». Debe ser irreal. Porque, hoy, seguro que uno de los pensamientos que se nos ha pasado a muchos por la cabeza es pensar precisamente esto. Y que un mal de esta naturaleza no puede estar ocurriendo en la humanidad. Que todo tiene que ser fruto de un mal sueño, y de una pesadilla que dura tiempo, y que, de repente, se va uno a despertar, y va a volver todo a la normalidad que estaba viviendo el momento en que se metió en este profundo sueño y con ganas de contarle a alguien el sueño tan dramático que ha tenido.

Estoy convencido de que esto se le habrá pasado por la cabeza a muchas personas, ante la irrealidad de una situación que, desgraciadamente, es real y que nos está pasando. Porque estamos presenciando atónitos cómo nuestros sanitarios están trabajando a destajo con pocos medios y con un estrés que cuando esto acabe habrá que ponerlos en un altar, al igual que a las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado y a los militares, así como a los trabajadores que se han levantado cada mañana para que podamos coger nuestras necesidades básicas, como en la farmacia o el supermercado. Y también a los administradores de fincas que han circulado las instrucciones de las reglas que deben observarse en el encierro para una buena convivencia en comunidad.

Da pánico y terror levantarse y ver cómo crecen las cifras de muertos, de 600 en 600 cada día, y de edades no tan adultas, lo que da más miedo aún. Y esto está ocurriendo en todo el mundo, estando Italia y España cerca de la cifra de contagios que hubo en toda China. Además, ahora ya es mundial, y no hay nadie que se salve esta pandemia como ya lo avisó la OMS que iba ocurrir y con mucha anticipación.

Volviendo al sueño que quisiéramos que fuera esto, todos hemos tenido muchas veces sueños de los que nos hemos despertado aterrorizados, y es que nuestro cerebro, en ocasiones, se guarda memorias, o recuerdos, que lo pueden haber presenciado en la televisión, o captado por cualquier medio y que lo deposita y retiene, pero ninguno habrá podido ser tan desastroso como el que nos está pasando a la humanidad ahora, porque esto es la pura realidad que en algunas películas de ciencia-ficción ya habían adivinado algunos guionistas y directores de cine que hicieron películas sobre pandemias en el mundo. Porque esto sí que lo hemos visto en el cine, y en la imaginación de algunos visionarios qua a modo de entretenimiento nos lanzaban lo que podía ocurrir.

Pero, al final, ha ocurrido y, sorprendentemente, en pleno siglo XXI nos encontramos con que se nos avisa de que la vacuna tardará y que de tantos avances científicos, e investigaciones que se habían hecho, resulta que la humanidad no es capaz de afrontar de una forma ágil una respuesta a este fenómeno. En cualquier caso, de haber ocurrido esto hace muchos años y con muchos menos medios que ahora, desde luego la hecatombe hubiera sido catastrófica y hubieran fallecido millones de personas. Y eso que ahora mismo no sabemos la dimensión real de las cifras que nos va a deparar esta enfermedad dentro de seis meses aproximadamente. Porque esperemos que todo se arregle y que cuando esto ocurra no pensemos que ha sido una pesadilla y un sueño, sino que ha sido una realidad. Porque solamente así podemos aprender de esta tragedia que se ha producido por nuestros propios errores, más que por el virus en sí mismo. Y solo si aprendemos de lo que hemos fallado podremos salir adelante para evitar futuras tragedias. Porque si no aprendemos de esta nos mereceremos lo que nos ocurra en otra ocasión. Y esperemos que tengamos la oportunidad de rectificar.