Todo lo que digamos en estos momentos sobre el futuro debe ser cogido con prudencia y sin establecer categorías rotundas en nuestras afirmaciones y vaticinios. Porque la crisis sanitaria del coronavirus es un desafío global, radicalmente nuevo, en el que vamos aprendiendo, tomando conciencia y decisiones sobre la marcha. Por fin vemos como aquel proverbio chino, tenía que ser chino, de «El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo» es una verdad como un templo. Y eso da miedo y genera inseguridades.

Ahora bien, hay debates, reflexiones y decisiones que nos pueden ayudar a afrontar el paisaje social y económico que tendremos en frente cuando pase la alerta sanitaria que en estos momentos nos mantiene confinados en nuestras casas. Por eso, vayamos preparando el día después.

Ahora, teóricamente siempre pero ahora más que nunca, porque literalmente nos jugamos la vida, la nuestra y la de las personas que nos rodean, toca comportarnos como ciudadanía responsable y hacer caso de las pautas marcadas. El #QuedateEnCasa sigue siendo la prioridad. Pero llegará el día después y debemos estar preparados.

1.- La primera decisión debe ser, y los primeros indicios a nivel europeo y estatal nos hacen albergar esperanzas, es que la receta del austericidio marcada en 2008 debe ser enterrada a muchos metros de profundidad. Salir de la crisis dejando a un tercio de la población a la intemperie es una injusticia democrática y social inaceptable por la que muchas personas siguen siendo golpeadas. Y este entierro y la victoria del keynesianismo del siglo XXI debe bajar a todas las administraciones. También a la autonómica y la local, que son al final las que garantizan el bienestar de las personas. Liberar 12 millones de euros para los ayuntamientos de la provincia, que anunciaba el gobierno de Sánchez, es una broma con poca gracia, como denunciaba nuestro diputado Gerard Fullana. La Carta de Alacant, que presentaba Compromís hace unos meses, tiene ahora toda la vigencia.

2.-Europa, ¡oh Europa! Se enfrenta a la que puede ser su última oportunidad de legitimarse como espacio político y económico común, oasis mundial de los Derechos Humanos y el bienestar, y guardiana de la democracia. Ahora, a diferencia del 2008, la extrema derecha populista está en auge y organizada, y una crisis económica como la que nos va a llegar es un caldo de cultivo perfecto para discursos políticos autoritarios, xenófobos, demagógicos, facilones y antidemocráticos. Y una Europa tomando decisiones y liderando la amortiguación a la crisis, es el mejor antídoto. Y las izquierdas deben estar preparadas para ello.

3.- La política, y más concretamente el partidismo, se debe calmar por un rato. Recuperar los valores del pacto, la lealtad institucional y el consenso para salir de la complicada situación que vendrá, después de los ERTE y el parón de la actividad económica, es absolutamente necesario. En ese sentido, hay que agradecer la respuesta política que se está construyendo en estos días a nivel local y autonómico, en el Ayuntamiento de Alicante y las Corts Valencianes. Exceptuando alguna salida de tono bochornosa, se está mostrando madurez y lealtad institucional. Y hay que ponerlo en valor. Y eso ayuda a que las cosas vayan mejor que en otros territorios de España.

4.- Los aplausos colectivos, las redes de solidaridad que de forma espontánea se están generando, la preocupación por los vecinos, por los otros, nos deben reencontrar como colectivo y vacunar contra el individualismo, el perenne postureo en los altares de las redes sociales, y los salvapatrias. Lo colectivo, lo público, deben volver a ponerse de moda.

5.- Experiencias como el teletrabajo masivo aportan evidencias a la sospecha sobre la inutilidad de la rigidez del horario de 8 horas diarias presenciales. Está desfasado y alejado de la productividad. La organización del mundo del trabajo debe variar después de esta experiencia, es posible la flexibilidad y la conciliación, y la realidad de estos días nos lo confirma.

6.- Los recortes se pagan, se pagan muy caro. «Los recortes de sanidad e investigación de estos años son menos mascarillas ahora», me comentó agudamente el otro día Manuel Alcaraz. Sí, representan ahora estar peor preparados para afrontar esta crisis sanitaria. Y eso que nuestra sanidad pública es potente.

7.- Cuidado con los aires recentralizadores que, ayudados por tierra, mar y aire, pueden volver a tronar desde Madrid a causa de las medidas excepcionales de la alerta sanitaria. Necesitamos buena coordinación institucional y administrativa y una financiación justa, pero querer dirigir el Estado desde un mando satélite de la Castellana es un despropósito que no vamos a aceptar, y menos de quienes no se atrevieron a cerrar las fronteras de la M-30 hace ya bastantes días, como mejor medida para la contención del contagio.

8.- Y por último, pero no menos importante, and last but not least, no olvidemos que la emergencia climática y la lucha contra las desigualdades siguen siendo las grandes batallas del futuro. Pasaremos esta excepcionalidad, y los retos del futuro seguirán allí, y deben de estar en las letras grandes de la agenda política, sobre todo de la agenda política progresista.

Así que pasemos esto lo mejor posible, llenemos de aplausos los balcones, #QuedateEnCasa, seamos humanos ante el dolor de las pérdidas humanas, y preparemos el día después. Un día más justo y esperanzador que lo que vino después de 2008.