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Tribuna

Tabarca en dos actos

Acto Primero.

Mañana suave de luz y de sol, final de invierno en una Isla con más de cincuenta habitantes.

Un hombre intenta ensamblar unos tableros en la puerta de su casa. Poco más adelante, en la misma calle, ropa secándose en un tendedero. A la derecha, cerca de Gloria, un hombre y un niño juegan con una pelota. Más lejos, una mujer en pantalón de pijama observa a su marido que desbroza el andén de la muralla de delante de su casa.

Una mujer con un cántaro en la cintura camino de un pozo en la plaza me hubiera trasladado directamente al año 1820.

Cuando a uno y otro lado de la mar cunde el desamparo, esta isla de invierno se solaza acogiendo a descendientes de sus antiguos moradores que retornan buscando refugio y protección, cuan hijos pródigos.

Bella imagen con la isla que fue como amorosa protagonista, en permanente espera.

Acto Segundo.

La isla que es.

Habitualmente, en invierno en la Isla vivimos una docena de personas de más de setenta años (riesgo total) en contraste con las mil cien que la poblaban en 1920, de modo que nada es como fue. Lo único que no ha cambiado entre este invierno y los de hace un par de siglos es la incomunicación entre la Isla y el resto del mundo habitado; antaño, este ostracismo se podía atribuir a la falta de medios de todo tipo pero ahora solo hay una razón del mal y ésta no es otra que la secular dejación administrativa. Son pues dos los virus que nos tienen sitiados en este momento en la Isla, por un lado el que afecta a todos, todos, y pone de relieve la fragilidad humana, el covid-19, y por otro uno crónico que afecta a la Isla y pone de relieve la estupidez humana, el V-AA.

El Ayuntamiento de Alicante (AA a partir de ahora) es el regidor del municipio al que está adscrita la Isla de Tabarca. En principio él debería ser el único interlocutor de los vecinos de la isla pero como nunca se ha atendido ni entendido la existencia de estos vecinos ni la de su entorno, en base a qué hacerlo ahora? Y así pasan los siglos, de la manera más gratuita, el AA con la cabeza en un hoyo y el resto de entes administrativos ejerciendo, ante la omisión municipal, de protectores ocasionales, ciegos y sordos (representan el Bien Común), especializados en prohibir.

La traducción de todo lo anterior es muy concreta: los habitantes de la Isla estamos incomunicados porque la isla ¡carece de un servicio regular de viajeros! Claro que tampoco tiene ni ha tenido asistencia social, ni se revisa su planeamiento urbanístico ¿La perspectiva de futuro de la Isla? Que sandez, futuro, futuro tal y como están las cosas ¿A quién se le ocurre?

La Isla, bahhh. Ahora menos.

Con el covid-19 por un lado y con el V-AA por otro a los cuatro gatos humanos que quedamos en la Isla no nos queda ni siquiera la posibilidad de pensar un epílogo, pero que nadie se preocupe porque del epitafio ya se encarga el Ayuntamiento de Alicante. Seguro.

¿Me oye alguien?

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