Los acontecimientos se han precipitado y el virus está haciendo su guerra con todas sus armas. Y este ataque era inesperado e imprevisible. Nadie podría pensar que un mal de esta envergadura nos podría azotar de la manera que lo está haciendo, atacando, no solo a la salud, con la mortandad con que lo está haciendo, sino, también, con la misma fuerza que la crisis del 2007 azotó a la esencia de los contratos, al sector empresarial, poniendo en riesgo la supervivencia de muchas pymes y a sus trabajadores. Pero recordemos que esa crisis llegó hasta el año 2015 por lo menos y nos azotó durante 8 años de dureza. ¿Cuánto nos azotará esta crisis del virus?

La diferencia es que la primera no dependía de nosotros, pero esta sí, porque el virus está ahí esperando que le permitamos reproducirse y que, no lo olvidemos, le ayudemos a seguir ejecutando su perversa fuerza destructiva. La diferencia con el 2008 es que esta vez «vender» depende de nosotros y de la espectacular labor que se está llevando a cabo en el sector sanitario, con respecto al cual hay que descubrirse una vez más al destacar su conocimiento, preparación, sacrificio, entrega y riesgo que están asumiendo de estar ahí cumpliendo un deber de salvarnos de esta lacra. Pero no olvidemos que de nosotros esperan la colaboración, no poner chinas en el camino desoyendo las instrucciones que se están dando de no ayudar a que se extienda el virus. Porque hay muchos que o no quieren darse cuenta de lo que está pasando o su inconsciencia es de tal grado que habría que hacérselo ver.

El virus está demostrando un poderío inimaginable cuando irrumpió en China. Pero la realidad de personas afectadas y las cifras de personas que han muerto por este dañino virus nos demuestran la excepcionalidad de la situación y los cambios obligados que hay que introducir en nuestras vidas.

Las actividades laborales físicas y presenciales son las más afectadas, así como las que exigen el contacto físico y presencial como puede ser el sector de la construcción y otros que requieran de una presencia física por el carácter manual de la actividad.

Es evidente que el teletrabajo no sirve para todos y que las actividades presenciales no lo permiten, pero hay muchas que exigen reuniones que permiten el uso alternativo de la videoconferencia. Recuerdo que en el año 2004 se nos ocurrió en Alicante hacer por primera vez un juicio por videoconferencia dada la excepcionalidad de aquel caso y de ahí surgió una ley que reguló, luego, el uso de este sistema que hoy en día se utiliza con éxito. Recordemos que lo importante es que la gente se quede en casa y no se salga salvo que en casos de trabajo que se requiera la presencia física del trabajador cuando la empresa considere que es necesaria, porque hay trabajos que exigen ser atendidos in situ. Pero en otros casos, y por la situación de emergencia, se impone fomentar el uso de la videoconferencia para aquellas reuniones que se tengan que celebrar y que tiene su plasmación en cursos de formación técnica de todo tipo, celebración de juntas de propietarios, reuniones de trabajo que eviten desplazamientos, o, incluso, deliberaciones judiciales de casos, acuerdos de mediación entre partes en conflicto, etcétera.

Lo cierto y verdad es que en muchas ocasiones las circunstancias sobrevenidas e imprevisibles son las que provocan cambios de conducta en las sociedades que los exigen por la necesidad acuciante de trabajar de otra manera. Y esta situación lo requiere, porque no se va a arreglar en dos semanas, sino que va para largo. Quizás hasta el verano. Con ello, y como hay que seguir trabajando, el uso de la videoconferencia y las reuniones virtuales es una medida necesaria de implantar por los equipos técnicos necesarios para su uso por quienes se vean obligados a reunirse por necesidad. Ya hay muchas empresas de formación que hacen actividades en streaming, y ello es un adelanto. Hay trabajos, como los citados, que permiten la reunión virtual y, quizás, sea ahora el momento para sacar estas herramientas y que cuando esto pase, que pasará, sigamos implantando lo que usamos en circunstancias de crisis. No hay mal que por bien no venga, y cuando venzamos al bicho, que le venceremos, como ha simbolizado la fuerza aérea italiana de forma impresionante en un vídeo que circula por internet, deberemos aprovechar lo que hemos aprendido en momentos de crisis cuando la necesidad hace agudizar el ingenio y las respuestas ante los golpes que da la vida. ¡Venceremos!