La pandemia del coronavirus que asola España y que ya se ha cobrado centenares de vidas es probablemente la mayor prueba a la que nos hemos enfrentado como sociedad en los últimos 40 años. Ocultar la realidad no conduce a nada. Sería como engañarnos a nosotros mismos. Nuestro futuro, como país, y en particular, como ciudad, está en juego. El impacto de esta crisis ya lo estamos sufriendo. Ya lo estáis sufriendo, en vuestras casas, empresas, familias y amistades. Desgraciadamente nos esperan por delante semanas, incluso meses, complicados y duros, en los que nuestro modo de vida va a cambiar, ya lo está haciendo de hecho, a marchas forzadas. El riesgo que implica la existencia y propagación del Covid-19 es cierto y supone una amenaza para nuestro modelo de convivencia, social y económico, que tantos años y esfuerzos nos ha costado lograr y consolidar.

El miedo es legítimo y comprensible. Pero no nos puede vencer. Los alicantinos, a lo largo de la historia, hemos demostrado en muchísimas ocasiones y ante los desafíos más terribles unas convicciones y una personalidad tan marcadas que nos han permitido siempre salir a flote frente a cualquier reto del destino. Es la hora de volver a sacar estas armas. No es una opción. Es nuestra obligación como sociedad. Nos va la vida en ello, desde la unidad y la solidaridad, a partir de la serenidad y la determinación, con responsabilidad y civismo, tal y como vienen haciendo durante los últimos días todos los trabajadores de la Sanidad, la distribución alimentaria, transportistas, etc. Ejemplos de lo mejor de nuestro tejido social.

No es el momento de ser egoístas, ni de buscar culpables ni mucho menos de estigmatizar a nadie. No podemos perder el tiempo en esto. Este mal no distingue por DNI, lugar de nacimiento o residencia. La desunión o los enfrentamientos inanes minarán nuestra capacidad para salir airosos. Como tampoco ayudarán los incumplimientos o vulneraciones de las prescripciones dictadas por la administración estatal, regional y local para evitar la propagación del virus. De ahí que os pida a todos, como alcalde, que cumplamos a rajatabla y sin objeciones las medidas decretadas a raíz de la declaración del Estado de Alarma del pasado sábado, así como el resto de restricciones y recomendaciones aprobadas tanto por la administración central como por la autonómica y el Ayuntamiento de Alicante.

La responsabilidad como ciudad en estos cruciales momentos empieza por la propia responsabilidad individual. Basta con que unos pocos conculquen las dolorosas, aunque necesarias, medidas aprobadas, para que todo el trabajo y esfuerzo realizados por el resto de la ciudadanía se vayan al traste. Los costes de estos comportamientos incívicos serán altos, y las consecuencias, más que negativas. Por favor: no salgáis de vuestros hogares si no es estrictamente necesario. La imprudencia y la insolidaridad son lujos que no nos podemos permitir, por eso apelo a la responsabilidad individual de cada uno de vosotros, a vuestro sentido común y a vuestra capacidad de adaptación a una situación, que sin duda, pasará y venceremos con el esfuerzo cívico y el trabajo colectivo, que no es más que la suma de la aportación de cada uno de los alicantinos.

Si las administraciones y la ciudadanía, desde su responsabilidad y ámbito de actuación, no van de la mano ahora y durante las complejas semanas que vienen, será mucho más difícil y más costoso dejar atrás esta crisis. Ahora, más que nunca, tenemos que ser una ciudad que afronte con realismo, y sobre todo con determinación, este examen. Creedme: estamos preparados. Tenemos medios y recursos, para ayudar también y sobre todo a los más necesitados y vulnerables.

Frente al temor, confianza. Ante el miedo, convicción. No nos podemos rendir. Vamos a ganar. Tenemos que vencer y lo haremos, con la ayuda de todos unidos.