El domingo se publicó el Real Decreto 463/2020, de 14 de marzo, por el que se declara el estado de alarma para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19. Unas horas antes, recibí el comunicado de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) sobre la posición de las Universidades ante el estado de alarma a consecuencia de la pandemia. Y una hora después, asistí emocionada al emotivo aplauso a los profesionales sanitarios.

Nunca habíamos vivido una crisis sanitaria de esta gravedad ni de esta extensión global. Hemos transitado por muchas crisis económicas y políticas, pero nunca nos habíamos enfrentado en nuestro país a una de este tipo.

Todos los ciudadanos compartimos dos sentimientos a la vez: la lógica preocupación provocada por la incertidumbre respecto a nuestra salud y la de nuestros seres queridos; y el deseo irrefrenable de saber cómo ayudar, cómo poder hacer algo por nuestros conciudadanos.

Obviamente, el personal sanitario, nuestros héroes en estos momentos, no sólo ayudan sino que cuentan con toda la admiración, el respeto y la consideración de toda la población. Son imprescindibles. Les debemos ayudar a ellos también siguiendo sus recomendaciones de higiene, contacto social y uso responsable de los servicios sanitarios.

Nos acordamos también de todos los trabajadores y trabajadoras que tendrán que atender sus servicios y negocios según el Real Decreto, y de aquellos que al no poder hacerlo estarán sufriendo la incertidumbre de su trabajo. Pero ¿qué podemos hacer los universitarios?

Lo primero de todo, seguir como todos los ciudadanos los mandatos y recomendaciones de las autoridades políticas y sanitarias, pero también las resoluciones de nuestras autoridades académicas. Estamos tranquilos, sabemos que el Consejo de Dirección de la UA con el rector al frente, los decanos y director de la EPS, los directores y las directoras de departamentos e institutos de investigación, los representantes del alumnado, están trabajando con profesionalidad y responsabilidad extrema para colaborar con las autoridades políticas y sanitarias en la lucha contra el virus. Sabemos que los profesores tranquilizarán al alumnado, no los dejarán solos en su preparación docente, serán comprensivos con la excepcionalidad de la situación. También aquí estaremos en buenas manos. Sabemos que el alumnado y sus representantes están siendo ejemplarmente responsables en la información que transmiten y en el contacto virtual con sus profesores. Aquí no hay fisuras, todos somos Universidad. Nos consta que el personal de administración y servicios estará volcado en la gestión de los servicios a través de los medios telemáticos. También estamos tranquilos.

Me consta que la comunidad científica está trabajando noche y día para conocer mejor al virus, para evitar su propagación, encontrar un remedio y una vacuna. En la Universidad creemos en la Ciencia como método para resolver cualquier reto, por eso estamos también esperanzados. Y cuando digo Ciencia, también pienso en aquellas, sociales y económicas, que nos ayudarán a encontrar soluciones a los efectos colaterales y posteriores que pueda tener esta crisis.

Vivimos en un mundo dónde la incertidumbre y el miedo pueden ser paralizantes y ser nuestro peor enemigo. Pero en la Universidades también enseñamos que de las crisis podemos obtener lecciones y que una competencia importante en el mundo actual y que debemos transmitir al alumnado es el trabajo en equipo, la solidaridad, la responsabilidad. Este virus nos habrá enseñado a todos, cuando pase la crisis , que somos frágiles, que somos vulnerables, que una persona sola no es nada, está indefensa sin los demás. Pero sobre todo me gustaría que nos enseñara que nada es tan importante como la salud y el bienestar de los demás. Toda la comunidad universitaria daremos ejemplo de unidad y responsabilidad, será la mejor ayuda que podamos prestar.