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Gerardo Muñoz

Momentos de Alicante

Gerardo Muñoz

Estafador fugado (II)

El sábado 9 de marzo de 1912, Rafael Poveda, joven interventor de la sucursal del Banco de Cartagena en Alicante, sacó 165.000 pesetas de la cuenta de una importante empresaria noveldense, Antonia Navarro Mira, más conocida como la Pichocha. Esta era suegra de Antonio Gómez Tortosa, juez afincado en Madrid y tío de Poveda.

Aquella misma tarde Poveda fue en compañía de su primo Abad, empleado también del banco, a Novelda, para visitar a su madre y entregar el dinero a la Pichocha. Luego prosiguió viaje en tren hasta Albacete, donde vivía su novia.

Lunes, 11 de marzo de 1912

A primera hora de la mañana se presentó en la sucursal del Banco de Cartagena un administrador de doña Antonia Navarro con un documento firmado por ella en el que pedía sacar cierta cantidad de dinero de su cuenta. Pero no se pudo realizar la operación porque en dicha cuenta apenas si quedaba saldo.

El administrador aseguró que Poveda no había entregado las 165.000 pesetas a doña Antonia en Novelda. Como era la hora de que llegase el interventor, el director de la sucursal decidió que debían esperarle para aclarar el asunto. Pero Poveda no llegó a la hora prevista, por lo que se envió un telegrama a casa de su novia, en Albacete.

Quien sí llegó a la sucursal fue Abad. Informó de que había viajado en tren con Poveda hasta Novelda y luego hasta Chinchilla, donde él se bajó para marchar hasta Caravaca, allí visitó a un primo suyo, hermano de Poveda, que se hallaba muy enfermo. Dijo que había quedado con Poveda en verse en la estación de Chinchilla, para regresar juntos hasta Alicante, pero que él al final había decidido venir desde Caravaca por la vía de Murcia, sin pasar por tanto por Chinchilla.

La madre de la novia de Poveda respondió con un telegrama en el que informaba de que él no había ido a Albacete, que había remitido una carta diciendo que no llegaría hasta hoy, lunes, porque debía ir urgentemente en comisión de servicio a Cartagena.

Como Poveda sabía que el dinero que sacaba doña Antonia era para remitírselo a su tío a Madrid, quien compraba en su nombre valores en la Bolsa, alguien pensó que quizás Poveda quiso entregárselo personalmente. Al cajero Blaya le pareció improbable, pues no hubiera sido necesario llevarse el dinero en metálico, ya que bastaba con extender un cheque. Aun así, el director decidió enviar un telegrama a Antonio Gómez.

También se preguntó por teléfono a la estación de Novelda qué billetes se habían vendido en la noche del sábado. Dijeron que se habían expedido un billete para Chinchilla y dos para Valencia; ninguno para Albacete o Madrid. Esta información causó confusión y preocupación, pues evidenciaba que Poveda no había ido a Albacete. Si cogió aquella noche un tren en Novelda, solo cabía la posibilidad de que hubiera marchado a Valencia, puesto que fue Abad quien viajó a Chinchilla.

Abad volvió a contar su viaje hasta Novelda con su primo, quien compró dos billetes por la noche: uno en tercera clase para Abad hasta Chinchilla y otro en segunda clase para él mismo hasta Albacete. Alguien le preguntó si le había visto bajarse en Chinchilla, y respondió que no. ¿Le había visto en el tren correo después de subirse en Novelda? Contestó que no. ¿Le había visto subirse al tren correo en Novelda? Boquiabierto y después de pensárselo bien, negó con la cabeza.

El tío de Poveda respondió ya por la tarde con un telegrama en el que decía que no sabía nada de él desde hacía muchos días.

Martes, 12 de marzo de 1912

No se tuvo ninguna noticia de Poveda. Se recibió en Alicante un telegrama para él reexpedido desde Cartagena en el que su novia le pedía que fuera a Albacete.

Miércoles, 13 de marzo de 1912

Antonia Navarro presentó en un juzgado de Alicante denuncia contra Rafael Poveda.

También Poveda fue denunciado por el joyero Amérigo, al haber desaparecido llevándose las alhajas que le entregó para su novia sin haberlas pagado: una pulsera de oro de ley y platino con un brillante y diamantes con la inscripción de pedida valorada en 425 pesetas, una sortija para señora de oro de ley y platino con brillantes y una perla valorada en 375 pesetas, un par de orlas de brillantes con los centros cambiables y las aplicaciones para los mismos de dos perlas y dos brillantes que valían 1300 pesetas.

El juez Garriga Mercader no logró averiguar cómo se las compuso Poveda para hacer firmar a Antonia Navarro el documento que le autorizó a sacar el dinero. La policía tampoco supo explicar adonde se fugó Poveda. Como poseía la cédula del cajero Blaya, se conjeturó con la posibilidad de que la usara para viajar.

Garriga telegrafió a las autoridades de distintos puertos dando las señas del fugitivo para que se le detuviese y ordenó enviar aviso heliográfico a los barcos que habían zarpado hacia América desde el domingo 10, pero no sirvió de nada.

Por fin, una carta que llegó a la sucursal del Banco de Cartagena de Alicante destinada a Rafael Poveda y con remite de Barcelona, facilitó una pista que llevó a la captura de un supuesto cómplice del estafador fugado.

Viernes, 5 de abril de 1912

Fue detenido en Barcelona el zaragozano Félix Zúñiga Alsina, remitente de la carta que se recibió en Alicante con Rafael Poveda como destinatario, días después de su desaparición.

Jueves, 2 de mayo de 1912

Félix Zúñiga fue trasladado a la cárcel de Alicante, para ser interrogado por el juez Garriga. Este había decretado el secreto del sumario, pero el 2 de mayo Diario de Alicante publicó una entrevista con el supuesto cómplice de Poveda.

Zúñiga tenía esposa y tres hijos, que vivían en Zaragoza. Dedicado al comercio de guanos, había trabajado en Novelda, en el comercio de guanos de Mr. Dragoni, durante nueve meses y hasta que cerró el negocio. En Novelda conoció a Poveda, quien le encargó a finales de febrero que marchase a Barcelona para alquilar una casa en la que tendría como invitado a un primo de Poveda que estaba enfermo y debía ir a aquella ciudad a buscar curación. Poveda le entregó una guía de ferrocarriles, pero no le dio dinero, y le recomendó que no dijera a nadie que iba a Barcelona; si alguien le preguntaba algo, debía decir que marchaba a Buenos Aires.

Zúñiga fue a Barcelona porque no tenía trabajo y confiaba en Poveda. Se hospedó durante unos días en el Hotel de la Verdad, hasta que alquiló un piso en Consejo de Ciento 101, donde se reunieron con él su esposa e hijos. Zúñiga envió una carta a Poveda a Alicante comunicándole la dirección. Este la recibió, pero no le contestó, razón por la cual Zúñiga volvió a remitirle otra el mismo día en que aquel emprendía la huida.

El domingo 10 de marzo se presentó Poveda en Barcelona, preocupándose al saber que Zúñiga le había remitido una segunda carta. Le dio 500 pesetas y se fue inmediatamente, llevándose consigo la guía de ferrocarriles.

Se especuló con que fuese en tren a Marsella, en donde embarcaría rumbo a América.

El Banco de Cartagena salvó su responsabilidad pagando las 165.000 pesetas a Antonia Navarro, la Pichocha, que era accionista de la entidad bancaria.

Mi agradecimiento a David Beltrá.

www.gerardomunoz.com

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