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Juan R. Gil

Opinión

Juan R. Gil

Y no hubo nada

Confieso que cuando escuché al alcalde iniciar ayer su intervención en el Foro Nueva Economía de Madrid recordando que Alicante goza de 300 días de sol al año y una temperatura media de 19 grados, me temí lo peor. Lamentablemente, los más funestos presagios se confirmaron: ni Luis Barcala sabía qué hacía exactamente en la capital de España, ni el público tampoco pudo adivinarlo.

El alcalde desperdició una hora sin ser capaz de desgranar ni un solo proyecto, ni una sola inversión. Habló de lo bonita que le estaba quedando la reparación de los parques infantiles, de lo monas que estaban las playas, de lo apasionantes que son las fiestas de Hogueras y las de Moros y Cristianos (para lo que falta, podía haber citado la Semana Santa) y de que Alicante se ha convertido en un municipio tan a la última que tiene ya en marcha un distrito digital, puesto en rodamiento por la Generalitat, un «hub» de Inteligencia Artificial, anunciado por la Diputación (olvidó citar a las universidades) y un no sé qué promovido por el Ayuntamiento, que se llama Alicante Futura, pero del que no supo dar mayor detalle: ni de a qué se dedica ni de qué objetivos tiene.

Sé que les va a resultar difícil creerme, pero háganlo. No hubo más. Unas cuantas generalidades sobre posibles pero en todo caso difusas actuaciones culturales, sin más concreción. Otras tantas puyas, obligadas por la presencia en el acto del secretario general del PP, Teodoro García Egea, a la Generalitat Valenciana, algunas de ellas tan fuera de lugar como la que le lanzó a cuento de que no se utilicen los estudios de Ciudad de la Luz para hacer cine, con lo que el alcalde demostró desconocer por completo las resoluciones de obligado cumplimiento de la Unión Europea, que impiden justamente eso: hacer cine, ni darle cualquier otro uso lucrativo durante 15 años a lo que pudo ser un hito para la ciudad y acabó siendo un fiasco, pero todo ello ocurrido, construcción y fracaso, bajo los gobiernos del PP. Y el anuncio, con apercibimiento incluido al concejal encargado del asunto, de que en mayo estará lista la agenda 20/30. Otra cosa incomprensible porque el título de la conferencia era precisamente «Agenda Urbana 2030» y si no la tenía para presentarla habría que preguntarse a qué fue.

A ratos, el acto pareció estar protagonizado por Aguas de Alicante, no sólo por las loas que el alcalde dedicó a la empresa mixta (sin duda merecidas, pero que no parecían venir a cuento con esa profusión en una conferencia como la que se celebraba), sino porque fue el parque inundable de La Marjal, que construyó esta empresa, la única consecución sobre la que Barcala se extendió en detalles. Y no es que el parque (diseñado en su día por técnicos municipales) no sea un ejemplo de sostenibilidad digno de encomio. Lo que ocurre es que se inauguró hace ya cinco años y han pasado desde entonces tres alcaldes, contándole a él, cuatro si nos remontamos al planteamiento inicial de las obras. ¿Y el Plan General de Ordenación Urbana? El vigente se aprobó en 1987 y el próximo, cuyo inicio es un reto ineludible para esta Corporación, debería ser el que diseñara el Alicante, precisamente, de 2030. Pero, sorprendentemente, ni una sola vez lo mencionó.

Los políticos «de provincias» se pirran por ir a Madrid. Hay algunos (pocos) que saben aprovechar su visita al foro para hacerse valer, ellos y el territorio que representan. Pero son los menos. Los más transitan como Barcala ayer, haciendo buenos los versos de Cervantes: «Y luego, incontinente,/caló el chapeo, requirió la espada/ miró al soslayo, fuese y no hubo nada». Magnífico estrambote. Y excelente resumen.

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