Donald Trump puede ser la gran víctima del coronavirus. No me refiero a víctima en sentido vital; sino político. El presidente norteamericano ha seguido una política unilateral, aislacionista, que ha reducido el comercio mundial de forma sensible en particular entre las dos grandes potencias económicas mundiales: China y EE UU. El objetivo era recuperar parte de la industria deslocalizada y trasladada al país asiático, o a Europa. Desde el principio ha pretendido convertir las relaciones multilaterales comerciales, y de todo tipo, en bilaterales con la gran potencia norteamericana. Ahora lo que ha cambiado son las circunstancias en las que desarrolla su estrategia. Bien podíamos decir que es víctima de su propia política que se desarrolla en unas circunstancias incontrolables, incluso para él, y precisamente en un año electoral.

Antes de que se declarara la pandemia del Covid-19 las previsiones económicas ya vaticinaban una reducción del crecimiento económico, por la reducción del comercio mundial. De forma más importante en China, pero también en Europa y en el resto del mundo, por las limitaciones comerciales impuestas por Estados Unidos. La estrategia de Trump pretende mantener la hegemonía norteamericana en solitario limitando las relaciones comerciales con China. Además, en especial, amenazando a aquellos países que apoyen la implantación del G5, desarrollado por Huawei, por los problemas de seguridad que al parecer eso comportaría para la OTAN. Es posible que se llegue a un acuerdo comercial con China en los próximos meses, en vísperas de las elecciones norteamericanas. Con una economía creciendo, con los niveles más bajos de desempleo, y tras haber salido triunfante del impeachment -gracias a la mayoría republicana en el Senado- todo parecía anunciar la victoria de Donald Trump. El desconocido virus asiático va a tener unos efectos imprevisibles en la economía mundial y en la norteamericana. Pero también sociales y políticos.

La gran mayoría de las industrias de montaje: electrodomésticos, componentes del automóvil, textil, calzado, etcétera se producen en China, aunque luego le pongan la etiqueta en Estados Unidos o Europa. Algunas fábricas europeas y norteamericanas se verán obligadas a reducir la producción porque no le lleguen determinados componentes en cantidad suficiente, ya que la producción se ha paralizado en algunas zonas de China. A esto hay que unir anulaciones o suspensiones de congresos y reuniones internacionales, de los grandes acontecimientos deportivos -carreras de motos o coches, campeonatos continentales de fútbol, quizá los próximos Juegos Olímpicos-. El resultado es la reducción de viajes con la consiguiente crisis de las compañías aéreas y, lo que nos afecta más a nosotros, de los desplazamientos turísticos. El aislamiento se refuerza por países y zonas afectadas, y limita el movimiento de personas, pero también de mercancías.

La Unión Europea ha empezado a coordinar su política para contener la expansión del Covid-19 con recursos a la sanidad, a las empresas y sectores afectados, y para la investigación. En Estados Unidos la coordinación de la lucha contra el coronavirus la lleva, por delegación, el vicepresidente, Mike Pence. Trump pidió al Congreso un crédito extraordinario para comprar test con los que poder realizar las pruebas de detección del virus. Tanto los demócratas como los republicanos se han mostrado de acuerdo en aprobar un crédito de ocho mil millones de dólares, el triple de lo solicitado. El problema es que no tienen bastantes test para realizar las pruebas de detección del Covid-19, según ha dicho el vicepresidente. Muchas fábricas reducirán su producción por falta de componentes, y en USA las bajas sanitarias no cobran. Los trabajadores infectados se quedarán en su casa sin cobrar, con lo cual el que pueda lo ocultará. En Estados Unidos el problema es más grave, allí domina la sanidad privada, sin seguros privados no hay asistencia, y menos hospitalaria. Lo poco que se avanzó con Obama es lo que Donald Trump ha tratado de ir desmontando. Estados Unidos es el primer país mundial receptor de turistas, por lo que se verá también afectado- al igual que España-. No saben ni cuántos afectados, ni fallecidos, hay ya. Hay seis estados que se han negado a hacer el test, lo que imposibilitará detectar el origen y establecer la trazabilidad. La Reserva Federal ha reducido, por sorpresa, los tipos de interés, pero eso no reactivará las inversiones: el problema es que el virus acarrea una reducción de la producción, pero también de la demanda turística, de transportes e industrial. La crisis sanitaria será además social y política y las elecciones. Al tiempo.