Cuando se habla del movimiento feminista es relativamente fácil confundir churras con merinas mezclándolo todo en un totum revolutum incomprensible y sin el menor sentido. No acostumbro a hacer referencias en los comentarios pero la verdad es que el odio hacia ciertas creencias y formas de pensar puede ser más grande que la ignorancia sobre lo que es este movimiento en sí.

En ocasiones, los términos de «sectario y excluyente» se repiten como mantras vacíos de contenido, uniéndolos de manera que ocultan un buenismo muy cercano al pensamiento único. Son dos cosas muy diferentes. Porque pienso que el sectarismo nunca es bueno ya que te hace odiar al diferente. Otra cosa sería lo excluyente, que a veces es necesario e inevitable. Por ejemplo lo soy con algunas cosas, el fascismo, el comunismo, el neoliberalismo por ejemplo, el racismo, el machismo, por ejemplo, y no veo forma de no ser excluyente con ello. Ya bajando a nuestro ámbito cultural más cercano, el feminismo es especialmente incompatible con las tres religiones del libro, las religiones monoteístas Judaísmo, Cristianismo e Islam. Desde mi punto de vista el feminismo cristiano, musulmán o judío es el mayor de los oxímoron. No es difícil argumentarlo pero se alargaría esto demasiado. Solo decir que las tres, sin excepción, tienen como pilar el patriarcado más acérrimo y gran parte de sus principios se basan en la destrucción de la autoestima de la mujer. A los textos, a la historia y a su organización me remito. Y las musulmanas, judías y cristianas que intentan desde su fe y su militancia religiosa recrear o revisar el feminismo, tienen que recurrir a argumentaciones tan rocambolescas que se ahogan en contradicciones.

Algunos hemos leído desde Gustavo Gutiérrez hasta Mircea Eliade pasando por Hans Küng, Santa Teresa e Ignacio de Loyola, los documentos del Vaticano II o las encíclicas papales. Incluso algunos hemos militado en movimientos cristianos durante años, hemos ido a colegios católicos y hemos hecho bastante hermenéutica, exégesis y escatología. En fin, que conocemos un poco de lo que hablamos. Y en mi caso sin resentimiento, porque mi experiencia en todo ese trayecto siempre fue positiva.

No concibo la emancipación de la mujer más que dentro de un concepto global de emancipación del ser humano. El feminismo no es otra cosa que eso, una revolución global, un proceso emancipatorio general, porque pensar que el feminismo no es emancipatorio para los hombres es no entender la esencia del feminismo. Pero claro, vamos por partes y paso a paso, y atendiendo a prioridades y urgencias. Porque esa afirmación a veces no pasa de ser un eslogan bonito sin ninguna utilidad. Yo no entiendo el proceso de emancipación de los negros si no es dentro de un proceso general de emancipación del ser humano, pero claro, primero toca evitar que se siga asesinando negros y tendré que excluir a quienes los asesinan, no sea que por querer atender a todos los heridos de un accidente, me quede en ese deseo, acabe por no atender a ninguno y se me mueran todos. El feminismo lucha por la igualdad, y en eso estamos incluidas todas y todos, pero es que quienes sufren la desigualdad generalizada y en función únicamente de su sexo son las mujeres, no los hombres, y da lo mismo que sean mujeres blancas, negras amarillas o coloradas, todas sin excepción, tampoco de clase, ya ves tú, aunque algunas vivan en el limbo burgués de que a mí nunca me han discriminado: mentira. Y cuando se es racista con un negro, la negra sufre la doble discriminación de negra y de mujer. Así que lo que toca ahora es bajar más al barro de las realidades, algunas de las cuales simplemente nos acosan.