No quiero alarmar con este título, pero la verdad es que futuro, lo que se dice futuro, tenemos poco. Y ustedes seguramente se preguntarán en qué me baso para realizar esta afirmación. ¿Y el presente? Pues es evidente que si no vemos el futuro es que tampoco palpamos el presente. Aparentemente el ciudadano no vive esta falta de futuro, o no se la plantea abiertamente. El alicantino de la capital no se lo plantea, hay una resignación o una especia de abulia consumada, o complacencia en su miseria, de modo que, aunque sea el más pijo del mundo, prefiere ir a Londres a ver cultura y luego tener una ciudad bastante mediocre. Pero no reaccionamos ante lo que es un verdadero desastre. Hemos asumido el centralismo y abuso patrimonial de Valencia. Acumulan las instituciones el poder, lo que quiere decir que ellas deciden todo, son las que tienen las ideas y los que producen, mientras nosotros solo recibimos, asumiendo nuestro papel de colonizados culturales, económicos. Y esto se llama absolutismo, no democracia. Nuestras reclamaciones se van olvidando. De vez en cuando se oye alguna voz disidente que prontamente vuelve a caer en la abulia, en el olvido, y siempre hay una excusa, como la de no enfrentarse al poder, o al propio partido cuando cambia de bando el poder. No sabemos lo que es la democracia. Pero esto es responsabilidad de todos no solo de los políticos. Por cierto, Alcoy ciudad Cultural de la Comunidad, un hito merecido.

No reaccionamos ante las escandalosas deficiencias que sufrimos. Hables con quien hables, todos dicen lo mismo, pero esto no es un clamor en los medios, no hay una unión, una voz conjunta que se enfrente a este cúmulo de problemas con fuerza, con representantes convencidos de este objetivo. Lo de "puta Valencia" ya viene de antiguo, no es de ahora, esta frase malsonante tiene más de treinta años, pero nada ha cambiado, solo Valencia, cada día más esplendorosa y Alicante, más decadente. No tenemos parques, no tenemos auditorios, no tenemos museos, no tenemos proyectos urbanísticos que reestructuren la ciudad, con la falta que nos hace. Alicante es una de las primeras provincias en cuanto al PIB, pero también es la primera por la cola en la cultura.

Pero el turismo sigue, cada día hay más bares y así todo queda embarrado. Y la realidad es que los jóvenes mejor formados tienen que emigrar o trabajar en Mercadona, con suerte. Apenas quedan ingenieros, arquitectos, investigadores. Los abuelos están aprendiendo alemán y francés para poder entenderse con sus nietos. Pero es que no se invierte en la provincia de Alicante. No se construyen colegios, ni centros de formación, los que hay están bastante degradados y marginados. Solo una pequeña comparación de estos principales centros educativos de las diferentes provincias, de su estado, diseño, y emplazamiento, nos daría la dimensión de la consideración que desde el poder se tiene de Alicante. ¿Valencia se ríe de nosotros, o cuanto menos nos menosprecia? Pero ya se sabe, si no protestamos, si no reclamamos, el poder, tan contento.

Sin una voluntad política no hay nada que hacer. No tenemos políticos con fuerza porque la ciudadanía está tan dormida que estos políticos tampoco se sienten respaldados.

Pero hay ya muchas voces muy disconformes y con interés en que esto cambie. Porque los únicos que viven bien son los políticos. Buenos sueldos, glamur, viajes, confort. La realidad se ve de otra manera cuando se vive bien. Da gusto pasar por estas instituciones a la hora del desayuno, qué glamur.

En Alicante se vive bien, la ciudadanía se mantiene conforme, por lo que el político no se complica la vida, a «viure». En fin, qué más decir, que no sepamos ya todos. Pues nada, a seguir igual, «¡visca Alacant!»