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Venciste, Galileo

El partido Real Madrid-Barça se movió entre una película francesa (cuando tenía la pelota el Barça) y una película de Hollywood (cuando el Madrid agarraba el balón). Ya saben, mucha lentitud, imágenes muy estéticas y argumento un pelín trillado contra escenas trepidantes, acción y un guion pensado para el público que paga una entrada. El Barça cayó en la trampa del toque, pase, cesión a Ter Stegen, pase, media vuelta, toque, pase, pase, pase y Casemiro roba la pelota. Tampoco es que el Madrid tuviera mucho mérito proponiendo y llevando a la práctica este plan porque atraer al Barça al toque es, como decía Platón, tan fácil como atraer a Sócrates con argumentos o a atraer jinetes a un campo llano. El partido lo ganó Hollywood, claro. Sin arrasar en la taquilla. Pero el partido de ayer no iba de eso. Iba de ganar. Reconozco que, en el descanso, pensé que la película francesa podía derrotar a Hollywood. Semedo estaba jugando bien. Y Piqué. Busquets era más o menos Busquets. Messi acabaría apareciendo. Y siempre tendríamos a Ter Stegen. Pero, alrededor del minuto quince de la segunda parte, el Madrid hizo como Galileo cuando apuntó su telescopio al cielo de Italia y descubrió que el sol tenía manchas, que Júpiter tenía satélites y que había cráteres en la luna. El universo era irregular, y por tanto no tan perfecto como sostenía la Iglesia católica y antes Aristóteles. El Madrid apuntó su telescopio al Barça y vio que De Jong tenía manchas, que los satélites de Messi no funcionaban y que había enormes cráteres en la salida del balón. El Barça era un equipo irregular y muy, muy, muy imperfecto o, al menos, no tan perfecto como pretendía la Iglesia de los mil toques. El telescopio no se puede desinventar, así que hay que cambiar el universo. Hay tiempo. La liga no está lejos, y el Nápoles no es Galileo. Los culés no tenemos nada contra las películas francesas ni contra las manchas solares, pero no podemos perder un partido contra una película de Hollywood y el telescopio de Galileo sin intentar un cambio en la forma de rodar y perdiendo de vista que esto del fútbol consiste en marcar un gol más que el rival.

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