Son varias las ocasiones en las que se ha producido una alerta generalizada a nivel mundial con respecto a la propagación de enfermedades infecciosas. Recordemos el problema de la crisis del ébola, y el temor extendido que se produjo con las consecuencias de la difusión de la gripe aviar. Y, pese a los temores iniciales de realizarse un contagio masivo a toda la población, aquello, al final, acabó por la correcta intervención de todas las Administraciones, y por la tranquilidad y serenidad con la que la población se tomó en cuenta esta crisis de posibles contagios, lo que se debe diferenciar de la situación de pánico generalizado y miedo que se ha producido en la actualidad con las consecuencias, no solamente económicas, sino de otro tipo ante la posibilidad, incluso, de que puedan realizarse actuaciones ilícitas relacionadas con toda la problemática que se genera ante los temores de un contagio masivo de toda la población.

Los expertos dicen que en este tipo de situaciones la tranquilidad que se debe transmitir por parte de los responsables públicos es un elemento sustancial a la hora de combatir mejor y de forma más eficaz momentos como el actual donde el pánico y el miedo es peor enemigo a la sociedad que la enfermedad misma por el desabastecimiento de productos médicos que, por ejemplo, sí que pueden necesitarlos de verdad personas de edad avanzada que con sus previas enfermedades sí que pueden tener un problema grave si contraen esta enfermedad. Porque la intranquilidad y el descontrol actúan como factor negativo y desencadenante de muchos más problemas que los que puede generar por sí mismo la situación de la propia crisis de la enfermedad infecciosa.

En cualquier caso, los expertos ya hablan, incluso, de una posible autodestrucción del fenómeno una vez se produzca la llegada del calor, como ocurrió con la gripe aviar que se controló de una forma eficaz en poco tiempo. Y se recuerda que en aquel momento no hubo una situación de pánico tan generalizado como la que se ha producido ahora, ni cancelaciones de eventos públicos como en la actualidad se ha llevado a cabo en muchas localidades. Quizás, la rápida difusión del fenómeno y el carácter asintomático del mismo puede haber producido un mayor efecto que otro tipo de enfermedades

Otro problema grave generado es el relativo a las posibles reacciones que pueden existir, y que se han dado ya en algunos países, de llevar a cabo, incluso, agresiones a personas de las que se pueda sospechar que han contraído la enfermedad, y no solamente se han apartado desde el punto de vista social, sino que se han producido agresiones basadas en la excusa de la existencia de un miedo que ya algunos alegan que operaría como una atenuante o eximente de responsabilidad basado en un temor fundado, según el autor, de cualquier acto de agresión a personas de las que se pueda sospechar que tiene la enfermedad.

Esto es muy discutible, ya que, de ser así, este tipo de situaciones se producirían ante otras enfermedades, y no puede servir de excusa para despreciar aquellas personas que pueden haber contraído la enfermedad, sino que hay que comportarse de forma racional, de forma social y con respeto a aquellas personas que pueden haber contraído la enfermedad, y a las que el sistema sanitario llevará a cabo las medidas oportunas para poder recuperarle de la salud y que no puede haber ningún tipo de contagio.

Pero los ciudadanos no pueden tomarse en modo alguno la justicia por su mano y ampararse en un temor que muchas veces puede ser infundado para tomar decisiones en las que se puedan ocasionar daños y lesiones a quienes puedan sufrir esta enfermedad, que, recordemos, que es momentánea y que, evidentemente, tiene cura, al tratarse de una gripe, y que solo tendría consecuencias más negativas si existe algún tipo de lesión preexistente que podrá ser tratado en centros hospitalarios con la alta calidad que tiene hoy en día la medicina española.

Por todo ello, la tranquilidad el seguimiento de los mensajes que la Administración Pública vaya dando a la ciudadanía, el sosiego y el intentar tomarlo con la prudencia que tiene este tipo de situaciones, supondrá la mejor arma para combatir una enfermedad que está en manos de quienes lo van a resolver. como es la medicina española, que es de altísima calidad, preparación y profesionalidad, y, además, con la alta colaboración que la propia sociedad tiene que prestar para combatir este fenómeno.