En la historia de la navegación existen diferentes casos de buques que, durante meses y meses, navegaron sin rumbo por mares y océanos, a veces, incluso, sin tripulación que dirija la embarcación. En el año 2011, un barco japonés desapareció con motivo del tsunami que sacudió la isla, apareciendo un año después frente a las costas canadienses tras haber cruzado en solitario los más de ocho mil kilómetros que separan ambas orillas. En septiembre de 2018, el MV Alta, de 77 metros de eslora, tuvo una grave avería frente a las costas de África, apareciendo hace pocos días frente al litoral de Irlanda tras haber bordeado las costas de África, América y Europa sin nadie al mando de la nave. Aunque uno de los casos más sorprendentes lo protagonizó el carguero Baychimo, de 70 metros de eslora y 1.322 toneladas de peso, abandonado por sus tripulantes en el año 1931 al quedar atrapado en el hielo Ártico, a pesar de lo cual fue capaz de navegar durante 40 años a la deriva por los mares de Alaska.

Alicante, como estos navíos fantasmas, puede pasar a formar parte de las ciudades que navegan a la deriva, manteniéndose a flote sin saber bien hacia dónde se dirige. Es verdad que al frente de la embarcación hay una tripulación elegida en las pasadas elecciones municipales, pero que a estas alturas de la singladura parecen seguir sin coger el timón, impertérrita ante cualquier inclemencia, sin aprovechar los vientos favorables ni prepararse para las inclemencias futuras.

Y es que, a estas alturas del mandato municipal, cuando tan solo han transcurrido nueve meses desde las pasadas elecciones, parece como si la legislatura estuviera ya concluida, con un equipo de gobierno sin ilusión, convertido en simples gestores de los que no se escucha ni un solo proyecto ilusionante de futuro. Alicante sobrevive a duras penas, viviendo de los buenos vientos que aporta un turismo que goza de nuestro favor y al que confiamos nuestra prosperidad, sin darle mucho a cambio, más allá de un sol y un clima excelentes, junto a una oferta hotelera y de restauración magnífica. Pero unos turistas a los que recibimos en una ciudad en la que apenas somos capaces de mantener lo básico, de hacer de su estancia una experiencia tan ilusionante que la recuerden por encima de sus visitas a otras ciudades, con las que solemos salir mal parados en estadísticas y comparaciones.

Si analizamos los temas que centran la agenda municipal nos damos cuenta de que la ciudad está paralizada, sin capacidad para avanzar sobre cuestiones esenciales como la limpieza, el mantenimiento de calles y plazas, los problemas del tardeo, el abandono de los barrios o la falta de talleres y actividades en los centros de la tercera edad, por mencionar asuntos dispares. Si un equipo de gobierno municipal es incapaz de tener limpias las calles, de que equipamientos como la polémica oficina de turismo del puerto sea construida en tiempo y forma tras arrastrar un año de retraso, manteniendo vacantes dos puestos tan emblemáticos para la ciudad como las direcciones del Teatro Principal y el Gerente de Turismo, sin saber qué hacer con edificios vacíos como el observatorio medioambiental, ¿cómo va a afrontar proyectos estratégicos que requieren ideas claras y precisas, reflexión, orientaciones estratégicas y decisiones políticas de envergadura?

Por si fuera poco, este bipartito es rehén de su futuro político, de la promiscuidad con la extrema derecha de Vox, así como de la voladura controlada en la que parece estar embarcada Ciudadanos, habiendo abandonado deliberadamente las políticas sociales, el apoyo a los barrios, los programas de integración para las minorías o unas políticas de solidaridad internacional que ahora son moneda de cambio con los ultraderechistas en su delirio negacionista. Por ello, a este equipo de gobierno le da igual que los retrasos en la oficina de empadronamiento sean escandalosos, que las demoras en las atenciones en los centros sociales a las personas que lo necesitan sean indecentes o que se mantengan aparcados indefinidamente en los cajones expedientes de tramitación de la renta de ciudadanía o de la dependencia

Pero tampoco es que la oposición municipal sepa cómo enderezar el rumbo de la ciudad, ni mucho menos. El PSOE, con catorce personas a sueldo entre concejales y asesores, no ha sido capaz siquiera de escribir una simple hoja sobre nada, dirigidos por un portavoz al que le gusta tanto escucharse a sí mismo, pero al que casi nadie entiende. Compromís parece seguir noqueado tras sus malos resultados electorales, sin afinar en su trabajo de oposición y con un portavoz que parece desnortado. Por su parte, Unidas Podemos vive el drama de haber dejado fuera, como concejales, a las personas de EU con experiencia, aunque víctimas, por méritos propios, de las luchas intestinas de un partido que se ha desangrado por enfrentamientos cainitas, al tiempo que los componentes de Podemos carecen de experiencia y conocimientos esenciales sobre la ciudad y sus instituciones.

Y aunque la oposición sea necesaria para el buen rumbo de la ciudad, la actitud del gobierno es esencial. Y entre renunciar a guiar el rumbo o hacerse con el timón del barco, el equipo de gobierno municipal ha optado por abandonar Alicante a su suerte y sin rumbo, en un viaje que no sabemos a dónde nos conducirá.