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La papeleta

Pere Rostoll

Opinón de Pere Rostoll: Asomarse al otro balcón

Ya se ha comentado en estas páginas que la catástrofe que sufrió la Vega Baja el pasado mes de septiembre se convirtió en una oportunidad para reconectar a la comarca ubicada más al sur de nuestro territorio con un proyecto valenciano común del que, no sin una parte de razón, se ha sentido cada vez más alejada. No es un problema sólo de los últimos años de gobierno de la izquierda en la Generalitat. Viene de lejos. Una disfunción que nadie en cerca de cuatro décadas de autogobierno ha sido capaz de terminar de resolver. Posiblemente, la Vega Baja sea la comarca más peculiar y compleja por su posición en el mapa, idiosincrasia, estructura social y política de toda la Comunidad Valenciana. Es la única, por poner un ejemplo, en la que no opera de facto el mestizaje lingüístico entre las dos idiomas oficiales. Por eso, quizá, la visión que debe tener la administración autonómica sobre la Vega Baja se debe tomar desde una óptica diametralmente opuesta a la que, a su vez, se puede aplicar en otras zonas. Son necesarios pero no suficientes los planes de inversiones o de ayudas a los afectados por la gota fría, como el que aprobará mañana el Consell por importe de 20 millones. Es necesario pero no suficiente el plan Vega Renhace que impulsa Ximo Puig desde Presidencia de la Generalitat. Es necesaria pero no suficiente la acción sobre el terreno como hizo el jefe del Consell esta misma semana en una reunión con empresarios de la Vega Baja. Hace falta mucha pedagogía. Infinita. Mucho pincel fino. Una pedagogía que, por ejemplo, le ha faltado a la conselleria de Educación que dirige Vicent Marzà para proteger a una lengua en dificultades como el valenciano de un debate político que no le favorece. Por eso es tan importante la resolución que han tomado los grupos parlamentarios de trasladar a Orihuela las principales sesiones de la comisión que analizará la gestión de la gota fría, constituída ayer en las Cortes. Decisiones como esa favorecen que la Vega Baja se pueda sentir conectada al proyecto común. Pero a la vez que se limiten las tentaciones, avivadas por un sector de la derecha, de asomarse al balcón de Murcia. Ese es el riesgo.

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