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Arturo Ruiz

Opinión

Arturo Ruiz

Boris y el coronavirus

Resulta que detrás del Brexit se escondían las restricciones a la inmigración y el racismo económico. El premier británico, Boris Johnson, ha impuesto un sistema de entrada al país por puntos: quien no sume un mínimo no podrá vivir en el paraíso de Su Majestad, y quienes no sean trabajadores cualificados o no hablen el inglés como Shakespeare, no los sumarán. Aquella Unión Europea que pese a todos sus defectos construyó un espacio para el libre tránsito de personas más allá de su cultura, lengua o religión, tal y como la soñara Erasmo de Rotterdam, se resquebraja. Ya no todo el mundo tiene derecho a la libertad y a la búsqueda de la felicidad sino solo los que hablen el idioma de los despachos o crean en el dios en el que hay que creer. Las derechas populistas y las que no lo son empujan al añejo continente al feudalismo, cuando en cada camino había una aduana y un piquete de soldados registrando al peregrino. Y todo con la complicidad de una izquierda que tiene el mismo miedo. El sistema de Johnson da más puntos a aquellos inmigrantes que tengan conocimientos en ciencia, matemáticas o tecnología. Yo salvo todas las distancias que ustedes quieran salvar, pero es el mismo criterio que usaban los nazis para separar a aquellos judíos que iban a ser deportados de los que no. «Oiga, pero yo soy profesor de historia, por qué no quieren profesores de historia», se preguntaba un viejo docente mientras era empujado a la fila del tren de Auschwitz en «La lista de Schindler», de Spielberg. Sí, ni historiadores ni filósofos, no sea que alguien cuestione la profunda injusticia de proclamar que hay seres humanos mejores que otros. Lo más triste es que tanta pasión por la ciencia sin pensamiento no ha impedido que el coronavirus también impida ya circular con libertad a miles de italianos que en la Lombardía y el Véneto permanecen en cuarentena, negra escena que nos transporta al mismo sitio: a la Europa apocalíptica de las pestes del siglo XIV.

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