En estos días de efervescencia carnavalera uno se pregunta, con las noticias que se van conociendo de la confección de los carteles de la próxima feria de San isidro, en qué quedó aquel vendaval del bombo que se levantó impetuoso un otoño y desordenó las querencias el mayo siguiente, hace menos de un año. Aquel sorteo entre toreros y ganaderías a modo de gordo primaveral que deparó sorpresas varias pero que, a lo que se ve, no ha acabado por calar en las entrañas del empresariado ni de la afición, que tampoco ha alzado la voz para demandar un sistema que añadía otra «suerte» más a la aventura taurómaca. Hay que ver cómo se ven las cosas con la perspectiva del tiempo transcurrido, oigan.
Época de carnavales, también taurinos, como tantas otras festividades de nuestra piel de toro y también de mucho más allá, con el estandarte en ese Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo. Y también habrá presencia taurina, coincidiendo en fechas, en la conmemoración de la boda de Isabel de Segura, esa amante que esperó sin esperar del todo a su amado don Diego durante cinco años, con aquel final de la muerte de ambos por amor y el postrero descanso eterno, juntos ya para siempre en Teruel. En este caso, dos toros ensogados serán los testigos cornúpetas.
Pero volvamos a Madrid. Porque durante la semana se han ido desvelando algunos detalles sobre la presencia de los nombres que vertebrarán el interés de la isidrada. Tras un comienzo en tono menor para Ramos y Resurrección, la triple presencia del retornado Alejandro Talavante, una de ellas ante reses de Adolfo Martín, ha despertado del letargo al aficionado. Bien está eso de alimentar los corrillos y encender las ilusiones con varios meses de antelación, pues se genera así el ensueño y la expectación del aficionado pagano, que supera a duras penas el largo invierno silencioso. Nadie sabe, eso sí, si el torero extremeño habrá pedido (y conseguido) cobrar el caché que no cobró cuando decidió darse un descanso, allá por 2018, precisamente porque no se le pagaba como él creía que merecía.
No solo Talavante se anunciará tres tardes. El peruano Andrés Roca Rey también realizará tres paseíllos en la capital del toreo, según ha confirmado la propia empresa a través de las redes sociales. Bien está que los primeros nombres del escalafón se comprometan en la feria más importante del mundo. Nadie se puede engañar: el motor del toreo desde hace muchos años está en Las Ventas, para bien y para mal. Tiempo atrás los toreros se anunciaban en otras plazas para acudir con garantías ante el público capitalino. Desde hace treinta años, con la retransmisión íntegra del serial por televisión, las cosas comenzaron a cambiar, y hoy los toreros tienen que presentarse (y triunfar con fuerza) en Madrid para poder torear en otros sitios. Es la consecuencia de la globalización aplicada al mundo del toro. Y no es que pueda ser mejor o peor: es lo que hay, y nada más.
También parece que podrían volver al coso madrileño Morante de la Puebla y el alicantino José Mari Manzanares. Ausentes por diversas razones, el sevillano ha verbalizado en alguna entrevista su deseo por volver, tras sus desencuentros con la inclinación del ruedo, mientras que Manzanares, alejado en 2019 por el dichoso bombo, volvería así a la normalidad de la temporada. Ambos, por cierto, recogieron el pasado jueves de manos de Felipe VI sus respectivos premios por los méritos logrados en la última Feria de Abril en la Maestranza de Sevilla, dentro de una amplia nómina en la que también figuraban, entre otros, Pablo Aguado, Diego Ventura o los ganaderos Ricardo Gallardo y Santiago Domecq.
Y acabamos con una nueva actividad impulsada por la tertulia Amigos de Nimes en nuestra ciudad, que en esta ocasión traerá a la abogada valenciana Alicia Giner, una antitaurina convertida al taurinismo tras unas intensas vivencias en una ganadería salmantina que ha plasmado en el libro Entre flores, sangre y arena, que presentará de la mano de José María Jericó en la sala de conferencias de la Concejalía de Cultura a las siete de la tarde del próximo 28 de febrero.
