Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sin permiso

Listas de espera

Cuando pintan bastos en la gestión pública, suele ser habitual recurrir a la treta de presentar nuevos planes. Otra cosa es que sean viables, pero así se consigue acallar las críticas. Algo similar al «puedo prometer y prometo» del bueno de Adolfo Suárez, aunque con mayor interés en evacuar el trámite que por encontrar soluciones. La gente vive de expectativas y siempre habrá inocentes a los que engatusar. Añadan un título sugerente y tendrán el éxito asegurado. Buena estrategia cuando el marrón es de órdago, como es el caso de las listas de espera. Aquí estamos, una vez más, ante la enésima propuesta para reducir uno de los principales problemas de la sanidad pública. Ha nacido el Plan ÓPTIMA, la nueva ocurrencia de la Conselleria de Sanidad. Que sea para bien, por mucho que un servidor sea un tanto incrédulo.

Vaya por delante que, la demora en las intervenciones quirúrgicas, no disminuye en la Comunidad Valenciana. Ni mucho menos. El número de pacientes pendientes de ser operados en nuestros hospitales es similar al que se registraba hace cuatro años. Solo han cambiado los gestores porque el problema sigue siendo exactamente el mismo. Más de 60.000 valencianas y valencianos andan esperando la llamada. Y, ojo, que otra cosa es el tiempo de espera para recibir asistencia en determinadas especialidades o para realizar cualquier tipo de prueba. De eso, mejor no hablar.

Poco hay que decir sobre el contenido del plan con el que Sanidad pretende dar respuesta a las quejas. Un refrito de las recetas de siempre al que, en esta ocasión, se añade una pizca de burocracia con la creación de oficinas para coordinar el desaguisado. En consecuencia, se hace difícil esperar mejores resultados que los obtenidos en intentos previos. Mientras solo se trate de achicar el agua, en poco más se puede confiar. O se acomete el fondo de la cuestión o el cuento seguirá repitiéndose. La sanidad valenciana anda necesitada de más cambios estructurales menos planes de choque. Una solución que pasa, innevitablemente, por incrementar los recursos y no sentarse a esperar milagros.

Aun siendo más de lo mismo, también es cierto que el nuevo plan presenta algunas singularidades. De entrada, ha sido presentado en dos ocasiones -y, por cierto, rebautizado- en poco más de mes y medio. Se trata de las mismas propuestas que adelantó el President de la Generalitat, Ximo Puig, cuando visitaba Morella en diciembre. Entonces se denominó «Plan Estratégico para la Reducción de la Lista de Espera». Hoy se convierte en el «Plan de Optimización de Tiempos y Mejora de la Atención». Cuestión de acrónimos, supongo, porque del PERLE hemos pasado a un ÓPTIMA que suena bastante mejor. Ya les decía que los títulos tienen importancia en estos asuntos.

Llama la atención que la presentación del nuevo plan coincida con la apertura de una queja de oficio por parte del Sindic de Greuges, Ángel Luna. Simple casualidad -o no, quién sabe- a la vista de que fuera el propio President quien se anticipara en diciembre. Así que no vayan a pensar mal. Aún más curioso es que -en ausencia de la consellera de Sanidad, Ana Barceló- el plan fuera presentado en las Cortes Valencianas por la secretaria autonómica de Eficiencia y Teconología Sanitaria, la socialista Concha Andrés. No es un detalle baladí porque las competencias en materia de asistencia sanitaria corresponden a la otra secretaría autonómica de esa conselleria, asignada al cupo de Compromís en el reparto del pastel de la sanidad valenciana. Sin embargo, parece que el papel de la responsable del sistema sanitario valenciano, Isaura Navarro, no pasa de ser simbólico cuando el asunto es de mayor envergadura. Así pues, nos encontramos ante un plan de listas de espera en el que un socio (PSPV) acabará por auditar al otro (Compromís). Cosas del mestizaje que caracteriza al Govern del Botànic.

Las promesas de Sanidad quizás pequen de ser poco ambiciosas. Está bien esto de prometer cambios maravillosos -aseguran que nadie esperará más de seis meses para operarse-, pero no tanto cuando se lee la letra pequeña. El compromiso se fía a diciembre de 2023; es decir, al inicio de la siguiente legislatura. No exijan resultados antes porque habrá que reclamárselos a quienes vengan después. Y tampoco esperen grandes cambios porque, incluso si se alcanzan los objetivos previstos, la situación no será mejor que en junio del 2016. El compromiso ese disminuir en un 25% el número de pacientes en lista de espera. Este descenso a duras penas situaría la cifra en los valores de aquel momento. En otros términos, ocho años de Botànic para estar peor que al principio. Extraño compromiso.

Las cifras de la Conselleria de Sanidad también evidencian las diferencias entre los hospitales de gestión directa y mediante concesión administrativa. Mientras la mayoría de los hospitales gestionados por empresas privadas registran tiempos de espera inferiores a 50 días, nada menos que seis hospitales de gestión pública superan los 100 días de demora. Algunos, incluso, más allá de los cinco meses. En respuesta a estos datos -oficiales, por supuesto-, desde Compromís no han tardado en solicitar una inspección de los hospitales de gestión privada, poniendo en duda sus buenos resultados. Lo curioso es que no consideren dos aspectos de cierta trascendencia: de una parte, que la dirección del sistema sanitario depende de esa formación política; de otro, que algunos hospitales generales de gestión directa -como los de Elche o Elda- tienen resultados igual de favorables. ¿También hay que dudar de su eficiencia o solo se pone en tela de juicio cuando gestiona la iniciativa privada? Una vez más, las ideologías se priorizan frente a la evidencia.

En lo positivo, hay que reconocer que en Sanidad han sido algo más transparentes que antaño, a la hora de dar a conocer los datos. Puede que esté jugando con los conceptos -que si lista de espera «estructural», que si lista de espera «total»-, pero nos hemos enterado de que la demora es desigual en las distintas comarcas de la Comunidad Valenciana. Lo jodido es que, sabiéndolo antes, hayan estado años callando una situación gravemente discriminatoria. Habrá que preguntarles por las razones que justifican que unos hospitales tengan una demora inferior a dos meses y otros, como los de San Juan o Alicante, lleguen a duplicar ese tiempo de espera. Es evidente que la existencia de servicios más complejos no es la única explicación. Algo falla cuando se advierten tan enormes discrepancias entre hospitales de tamaño y cartera de servicios similares. Puede que sea cuestión de gestores, pero también de los medios disponibles y del presupuesto recibido.

Lo dicho, apenas un plan más. Eso sí, la TV será gratis. Pues vale.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats