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Astronomía, física e invierno

Sobre el espectáculo que ofrecen los modestos y los grandes como Madrid y Barcelona

Algunos veremos este fin de semana los partidos Celta-Leganés o Valladolid-Espanyol no porque seamos seguidores del Celta o fanáticos del Valladolid, sino porque son partidos muy futboleros. Ya sabemos lo que nos pueden ofrecer el Real Madrid, el Barça o el Atlético de Madrid. También sabemos qué esperar del Leganés o del Espanyol, es cierto, pero es algo diferente. Es una cuestión de dioses.

El físico teórico George Gamow se pregunta, en su ya clásica "Biografía de la Física", la razón por la que los antiguos babilonios y egipcios contribuyeron en gran medida al desarrollo de las matemáticas y la astronomía, pero fueron poco productivos respecto al desarrollo de la física. Gamow propone una explicación tan fascinante como original que tiene que ver con los dioses babilonios y egipcios, unos dioses que vivían arriba, entre las estrellas. Los dioses de los antiguos griegos, sin embargo, vivían en el monte Olimpo y, por tanto, mucho más cerca de los problemas de los hombres. Si los dioses viven en las estrellas, es lógico interesarse por cuestiones astronómicas. Y si los dioses viven en una montaña que, siendo la montaña más alta de Grecia, no deja de ser una montaña, parece natural prestar atención a las cuestiones físicas.

¿Saben dónde viven los dioses del Real Madrid o del Barça? En efecto, viven en las estrellas. Por eso todos los partidos del Madrid o del Barça, como los de esta jornada con el Levante y con el Eibar, son astronómicos. En cambio, los dioses de equipos como el Leganés o el Espanyol viven ahí al lado, en un Olimpo de andar por la tierra. Sus partidos son casi siempre pura física. Y la física futbolística mola. No se trata de despreciar a babilonios y egipcios porque es evidente que el fútbol necesita la astronomía para ser lo que es. Pero de ninguna manera hay que mirar por encima de los hombros a los griegos porque sin monte Olimpo el fútbol no tiene donde agarrarse. Hay fútbol de tejas ha arriba, y hay fútbol de tejas hacia abajo. Hay fútbol babilonio y egipcio, y hay fútbol griego. A veces, un equipo que cree en dioses que habitan en una montaña entre las regiones de Tesalia y Macedonia se crece y empieza a mirar a las estrellas. Es lo que ocurre esta temporada con el estupendo e intensísimo Getafe de Bordalás.

Otras veces, un equipo acostumbrado a codearse con las estrellas cae hasta la cima nevada del monte Olimpo, como le ocurrió hace ya muchas temporadas al Valencia o al Atlético de Madrid. Por eso, no sería raro que la temporada que viene el Getafe tenga que bajar hasta el Olimpo y pelearse con la física para conseguir mantener la categoría. Pero los aficionados del Getafe, como Escarlata O´Hara al final de "Lo que el viento se llevó", ya lo pensarán mañana. Ahora, en esta jornada de Liga, tienen un partido con el Sevilla y sus dioses están en las estrellas trabajando para clasificar al equipo para la Liga de Campeones.

La física futbolística es estupenda. El fútbol ya no es un deporte de invierno, como el rugby. Los viejos futboleros sabemos lo que era el fútbol cuando era un deporte de invierno. Pero la física y el Olimpo es lo más cercano al invierno en un deporte que se ha acostumbrado tanto a la astronomía que ha olvidado que, a los pies del Olimpo, hay partidos maravillosos.

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