La expresión «pan y circo» fue acuñada durante los primeros años de la era cristiana por el poeta romano Décimo Junio Juvenal. La frase pone de manifiesto la práctica cínica de algunos gobiernos del imperio romano que, con el fin de ocultar acciones de gobierno conflictivas o poco populares, daban a los ciudadanos alimentos o entretenimientos de muy baja calidad, alejándolos así de las decisiones políticas. Aunque hayan trascurrido más de dos mil años es una práctica política que tiene plena vigencia. Todavía existen amplios sectores de la población humana que parecen distanciarse de temas fundamentales, de temas de suma importancia mientras sean premiados con algo de picoteo o sean entretenidos con espectáculos frívolos sin pretensión alguna que les sirvan para pasar el rato. Desde mi humilde opinión, Venezuela, el «Delcygate», sería nuestro «pan y circo» a nivel nacional. Y si hablamos de educación en la Comunidad Valenciana la nueva asignatura de «Cultura Digital» o mejor dicho «Digital Culture» representaría este papel a la perfección.

Los técnicos de la Conselleria de Educación de la Comunidad Valenciana están trabajando y elaborando el currículo de una nueva asignatura que se implantara el próximo año, la «Cultura Digital». Con ella los adolescentes valencianos, entre otras cosas, podrán mejorar su manejo de la tecnología digital, podrán profundizar más en la aplicación práctica de la tecnología de la información y la comunicación. Y lo que es más importante sabrán cómo desenvolverse y a quién acudir en caso de ciberacosos y cómo detectar y contrastar el fenómeno de las «fake news», noticias falsas y bulos que últimamente inundad las redes sociales. La utilidad para nuestros jóvenes de esta asignatura es incuestionable y más cuando inevitablemente van a tener que «navegar» en el inmenso mundo digital en el que se realizarán y se harán adultos. El «pan y circo» vendrá cuando ciñéndose a las consignas que dictará la Conselleria de Educación, las jefaturas de estudios de los institutos tengan que encajar la asignatura en los horarios de primero o segundo de la ESO. La asignatura de Cultura digital tendrá carácter de optativa, se impartirá en inglés y además debe servir para asegurar el máximo de horas lectivas en lengua inglesa, el 25%, tal y como dicta la ley del plurilingüismo. Y claro, primero habrá que buscar profesorado especializado en la materia y que además tenga el C1 en inglés. Después habrá que ver cómo al ser una optativa, los alumnos, los compañeros de aula que no la elijan también puedan alcanzar el máximo de competencia lingüística en inglés. En fin pequeños detalles, pequeños quebraderos de cabeza que los equipos directivos solventarán o no, pero eso ahora poco importa. Aunque va encaminada, no le deseo el mismo recorrido a la «Cultura digital» que a la asignatura de «Religión Islámica». ¿Recuerdan el curso pasado, en septiembre de 2018, el revuelo que se organizó ante las noticias de la inmediata implantación del islamismo en los colegios de primaria? Dos años después y todavía siguen buscando maestros especialistas en religión islámica, con el C1 de valenciano, el B2 de inglés y que quieran ir a las escuelas a trabajar un puñado de horas. Pues eso, «más pan y más circo».

Al tiempo que el señor Marzà, hablando con su teléfono móvil que sostiene en su mano derecha, vende en redes sociales las bondades de la nueva asignatura «Digital Culture», más vale que nos habituemos; los equipos directivos con el desasosiego que genera la incertidumbre tratan de llevar a buen puerto los distintos proyectos lingüísticos de centros para que el próximo curso pueda desembarcar también el plurilingüismo en sus aulas. Equipos directivos que tampoco están exentos de su dosis de «pan y circo». Se han atrasado las fechas para poder entregar los susodichos proyectos. Ahora cuentan con un mes y medio más para decidir qué tanto por ciento le dan a cada una de las lenguas en cuestión, qué implantación pedir total o parcial, cuáles serán las asignaturas que tendrán «el honor» de dar por iniciado el plurilingüismo, a qué profesor o profesora y con qué perfil contratar y todo tratando de que encaje con los resultados de las encuestas sobre el uso del valenciano en su casas que los alumnos recientemente han contestado y que para nada se han contrastado con las familias. No es de extrañar que ahora mismo los directores de los IES no sepan a quién encargarse si a Dios o al diablo. Si se encargan a Dios tendrán que implantar estrictamente lo que dicta la ley 4/2018 de la Generalitat, por la que se regula y promueve el plurilingüismo en el sistema educativo valenciano. Si por el contrario se encargan al diablo podrán elaborar sus proyectos lingüísticos, quizás más dulces, más llevaderos pero que se apoyan sobre promesas, interpretaciones y consentimientos verbales, en palabras que flotan en el aire y que cualquier brisa las desperdigará a los cuatro vientos. Sobre ellos acecharía la sombra de la prevaricación.

Al paso que vamos y viendo el camino que algunos pretenden que recorramos, entre todos, unos por acción y otros por pasividad, vamos a conseguir que la Consellería de Educación Valenciana sea «el pan y el circo» de todo el Gobierno del Botànic. Esto, aparte de que no nos lo merecemos, no debemos permitirlo, es mucho lo que nos jugamos. Nos jugamos, y no es poco, la educación de nuestros adolescentes, el trabajo de nuestros alumnos y alumnas y el bienestar de nuestras hijas e hijos. Con ese puñado de sentimientos, nadie debería juguetear. Ya lo decía Belén Esteban; «Yo por mi hija mato». Otro magnífico ejemplo de «pan y circo».