Lunes

VIAJE AL INFINITO

Ha bastado que Torra amague con anticipar las elecciones autonómicas para que sus colegas de Galicia y País Vasco le tomen la delantera. Es uno de esos extraños movimientos que sólo los iniciados en las ciencias ocultas de la política traducen en titulares crípticos: « Urkullu y Feijóo intentan evitar la contaminación de las elecciones catalanas». Uno creía haber catalogado todas las posibilidades tóxicas del procés (la más destacada es, desde luego, que unos presos elijan al presidente del Gobierno), pero no sospechaba que también produjera daños colaterales de una entidad lo suficientemente densa como para que la jerarquía autonómica adopte medidas de profilaxis electoral. Supongo que el temor es que la coincidencia con Cataluña haga que vascos y gallegos voten en clave estatal y no autonómica, o tal vez Urkullu pretende marcar distancias con Torra y Feijóo cree que el tiempo corre en su contra, o... Tras estas agotadoras hipótesis, concluyo que no tengo la menor idea de todo el asunto, que por cierto sí nos importa un ardite (el equivalente medieval del céntimo de euro al que nosotros renunciamos en la panadería, pero el panadero nos cobra).

martes

AMÉRICA TE NECESITA

Si yo perteneciera al cártel de Hollywood, esa pandilla de pudientes divos que pueden permitirse el lujo de escandalizar cínicamente a sus reaccionarios compatriotas, suplicaría a Brad Pitt que optara a la nominación demócrata para enfrentarse a Trump. Salvo que las grandes corporaciones decidan otra cosa, el horizonte presagia que Trump será el candidato republicano y Sanders el demócrata, lo que constituye un perfecto estropicio ya que Sanders pasaría por un socialdemócrata ortodoxo en Europa y esto es sinónimo de bolchevique siniestro en Estados Unidos. El votante tendría que elegir entre el pistolerismo lacado y un «tsunami» ideológico. Ganaría John Wayne, claro. Pitt es un candidato idóneo según los estándares norteamericanos, que valoran el carisma telegénico por encima de cualquier otra consideración y transforman a un mal actor como Reagan en un presidente creíble o a un político simplemente elocuente como Obama en la reencarnación afroamericana de Laurence Olivier. La ventaja de Pitt es que aúna la condición de estrella honesta con el talento interpretativo, una rareza en el universo de la saga Marvel y la cuadrilla mamporrera de Stallone.

miércoles

ÁBALOS O LA FUERZA DEL SINO

Me ha extrañado que esta mañana apareciera el hemiciclo del Congreso en la televisión de la cafetería, pero no era el canal parlamentario sino una conexión que Susana Griso intercalaba entre las habituales consignas de los tertulianos. España, sin ir más lejos. Hablaba Abascal, a quien nunca había escuchado, sobre la trapisonda en Barajas que protagonizaron Ábalos y una ministra venezolana inoportuna. Sin ser Azaña, Abascal me ha parecido un buen parlamentario y creo que al banco azul también porque Sánchez y sus ministros encajaban los fustazos con una sonrisa insuficientemente burlona que imagino forma parte del libro de estilo redactado por el asesor Redondo. Aquello parecía un ejercicio bastante bobo de pilates facial colectivo que dejaba en el limbo la pregunta inevitable: ¿Qué hacía el ministro Ábalos en Barajas? La respuesta se conocerá mucho después de que sepamos quién fue la madre de los Cien Mil Hijos de San Luis, pero esto es algo que todo el mundo asume con ira fingida o alivio mal disimulado. Otra comedia costumbrista, al fin y al cabo, nuestro género.

jueves

UNA VEZ HUBO UNA GUERRA

Al hilo de los Óscar, aproveché el día del espectador para ver 1917, que ha recibido tres estatuillas técnicas. La I Guerra Mundial es el pariente pobre de la cinematografía bélica, un género dominado por la proximidad macabra de la II, la vistosidad romántica de las guerras napoleónicas o la épica inherente a las carnicerías de capa y espada. Apenas recuerdo media docena de títulos: Sin novedad en el frente, Adiós a las armas, Senderos de gloria y poco más . Supongo que omito muchas películas admirables, pero nada que pueda compararse al alud hitleriano o a las andanzas de Napoleón, cruzados y legionarios. Ocurre que la I Guerra Mundial fue una matanza espantosa que disuadió por ejemplo a Francia y Gran Bretaña de sacrificar a su juventud en la siguiente (sufrieron menos bajas en la II Guerra Mundial) y 1917 insinúa tan sólo esa certeza apocalíptica. Ambos bandos mascaron alambre de púas en las trincheras durante cuatro años de ataques frontales segados por las ametralladoras y la artillería. Aunque nadie creyó que aquello pudiera repetirse y por eso la llamaron la «Gran Guerra», todo puede empeorar.

viernes

ESCOLTI, PAISA

Las palabras de la alcaldesa de Vic plantean un reto antropológico: «Se debe poner fin a la costumbre de hablar siempre en castellano con cualquier persona que por su aspecto físico o su nombre no parece catalana». He pensado inmediatamente en el capitán de la selección austríaca de fútbol, un mocetón apellidado ¡Alaba! cuya tez es levemente más oscura que la de un guerrero zulú. Siguiendo las premisas de la alcaldesa, su lengua tendría que ser el bantú, aunque en realidad Alaba sólo habla alemán. Ahora bien, admitiendo que la raza o el nombre indique en muchas ocasiones cuál puede ser la lengua de las personas, me pregunto en cambio cómo puede distinguirse a un García albaceteño de un García manresano. Es un dilema crucial dado que «García» es el apellido más común tanto en Cataluña como en el resto de España y es notorio que la mayoría de ellos comparten estatura discreta, pelo oscuro y aspecto de haber dormido la siesta. Mark Twain podría haberle evitado este laberinto a la alcaldesa: «Es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido que abrirla y disipar las dudas».