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La papeleta

Pere Rostoll

Opinón de Pere Rostoll sobre el requisito lingüístico: Tarde y por ahora regular

Cinco años después de llegar al gobierno, el Consell del Botànic -el único hasta ahora compartido entre los socialistas de Ximo Puig y los valencianistas de Mónica Oltra- aprobó la nueva Ley de la Función Pública. Una norma que abre la puerta a regular, por vez primera, la competencia lingüística de los trabajadores de la administración de la Generalitat para que, como establece el Estatuto, atiendan en castellano o valenciano a cada ciudadano, de acuerdo con las preferencias de cada uno. Asistimos, desde ese punto de vista, a un hito histórico.

Pero también es cierto que la regulación llega con mucho retraso. Casi cuatro décadas después de la recuperación del autogobierno. A estas alturas, somos el único territorio del Estado con dos lenguas oficiales que seguía sin normalizar lo que es una obviedad. La libertad de los valencianos para elegir la lengua oficial a través de la que quieren relacionarse con la administración en plano de igualdad. Es clarísimo el Estatuto de Autonomía sobre ese criterio, como apuntó el Síndic de Greuges, Ángel Luna, en una entrevista reciente. Hasta en Galicia, gran feudo electoral del PP, hace tiempo que Alberto Núñez Feijóo aplica el requisito lingüístico con absoluta normalidad.

Era una asignatura pendiente que se empieza a resolver tarde y, por ahora, regular. Por lo pronto, la consellera de Justicia, Gabriela Bravo, apuntó que el reglamento que tendrá que pactar con el titular de Educación, Vicent Marzà, aún puede tardar un año. Aseguró tras la reunión del Consell, de hecho, que espera su entrada en vigor antes del ecuador de la legislatura. Es decir: abril de 2021. Pero esta solución obliga a una negociación tan costosa y dura que, como ocurre en estas cosas, no satisface por completo a todo el mundo. Ni a las dos almas del PSPV -una más valencianista y otra jacobina- ni tampoco a una parte de Compromís, que pide apretar el acelerador. La izquierda con sus tensiones. Y el PP de la Comunidad Valenciana sin la altura de miras que demuestra Feijóo en Galicia. El drama de la derecha.

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